Hace un tiempo, cuando en Níger empezaron a estallar los conflictos y finalmente se dio el cambio de régimen, hubo quienes aplaudían dicho acto como si se tratase de una especie de revolución proletaria que devolviese al país su perspectiva de futuro. Hoy vemos como esas esperanzas se rompen y dejan paso a la realidad: Un régimen autoritario con claros intereses clasistas disfrazado de los colores de la liberación.
No se tardó demasiado en encontrar los vínculos del nuevo gobierno de Níger con China, particularmente en los pilares económicos del país y con Rusia. El país cambiaba así de órbita de influencia y también de estrategias, la más destacable fue su lucha contra el islamismo que ya empezaba a arraigar en el territorio. Europa, ante este último hecho, finalizó el apoyo en materia de seguridad que le prestaba a Níger.
Esta derogación de la ley, que servía para frenar oleadas de inmigrantes ilegales a Europa, no es fruto de la necesidad de un país, al igual que tampoco es fruto de una guerra ni de las necesidades básicas de la población. La derogación es una simple táctica política a la que ya deberíamos estar acostumbrados, sobre todo en España, pues se trata de una medida de coacción y presión para aceptar los designios de los países que no tienen ningún inconveniente en exponer a su propio pueblo como carnaza, usándolos sin pudor y vendiéndolos a mafias que se lucran de la miseria de las personas.
Si la respuesta de los países receptores fuese quizás otra, dichas mafias no encontrarían beneficios en este tipo de actividades, pues a fin de cuentas se mueven por las ganancias. Sin embargo, no podremos esperar de Europa una reacción fuerte y decisiva en estos temas. Europa, en la cual rebosan la empatía, la tolerancia y la democracia, se ha vuelto cándida a la hora de analizarlos, he incluso juzga cualquier posible posicionamiento de antihumanitario.
Es por eso que, ante las presiones políticas, convertidas en oleadas migratorias, los gobiernos europeos procederán al «rescate», abriendo sus puertas a los desvalidos, permitiendo que aquellos que se lucran de la trata de personas continúen muy humanitariamente, pues empatizan tanto con la situación que no se atreven a pararla. A su vez, tolerantemente permitirán la segregación en el interior de sus propios países y ante el aumento de la criminalidad y reacción ciudadana apostarán por enfoques democráticos, o lo que es lo mismo, no hacer hincapié en el problema migratorio porque sería una cuestión de «racismo o xenofobia».
La incapacidad de Europa solo se ve superada por la traición del nuevo gobierno de Níger, que ha dado la espalda a su población, más interesado en salvaguardar sus intereses y vínculos con potencias extranjeras que en volver a levantar el país. No se puede levantar un país sin población, es por ello que el uso de la misma como «bomba» hacia el exterior deja a Níger en la impotencia, mientras genera tensiones, segregación y miseria en los países a donde van a parar aquellos que se ven obligados a dejar su tierra.