viernes, noviembre 22, 2024

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Relatos proletarios. EspaƱa sedada.

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Leo que EspaƱa tiene el honor de ser el paƭs con mayor consumo de benzodiacepinas del mundo. Este medicamento, hipnosedante, se suele prescribir para tratar la ansiedad.

Les pongo en contexto. Estamos en agosto, son las fiestas de Trillo, pueblo cercano que pertenece a nuestro centro de salud. Las guardias en verano suelen ser horribles. Mucha carga de trabajo y casi nunca de carƔcter urgente, una faringitis por aquƭ, un esguince por allƔ, muchas picaduras de avispas y abejas. Cuando uno ha visto a 40 o 50 pacientes, lo que desea es tener una noche tranquila y poder descansar unas cuantas horas seguidas.

A las dos y a las cuatro de la madrugada han acudido dos bebƩs por tos y mocos. Malditos primerizos.

A las seis vuelve a sonar el timbre. Me levanto rĆ”pido y entro en sala de admisiĆ³n. A travĆ©s de la cĆ”mara veo a una mujer y una chica joven. Pulso el botĆ³n que abre la puerta corredera de cristal y espero sentado mientras avanzan hacia mĆ­.

ā€“Buenas noches, ĀæquĆ© puedo hacer por ustedes?

ā€“Buenos dĆ­as ā€“responde la mujer. ā€“Vengo con mi hija, para que le den una pastilla para la ansiedad.

Miro de arriba a abajo a la chica. Vaqueros negros y camiseta de tirantes, pendientes en ombligo y nariz. Lƭnea de ojos larga y gruesa, pelo negro y liso, cortado a media melena. EstƔ plantada de pie, inmutable, con los brazos cruzados sobre el pecho, ojos vidriosos de haber ingerido alcohol y cara de muy pocos amigos. Calculo su edad, entre 14 y 16 aƱos. Menor de edad seguro.

ā€“ĀæAnsiedad? SeƱora, Āæde quĆ© ansiedad me habla?

Comienza la explicaciĆ³n, pero se ve interrumpida por la doctora, que las hace pasar a una consulta. Ya dentro, madre e hija se sientan juntas en una camilla, la doctora frente a ellas, de pie, y yo junto a la puerta, esperando a que empiece el espectĆ”culo.

ā€“ĀæCuĆ”l es la urgencia? ā€“pregunta la mĆ©dico.

ā€“Pues verĆ”, doctora, es que mi hija acaba de romper con el novio. Me ha llamado su hermano, que estaban los dos en las fiestas de Trillo, avisĆ”ndome de que Paula estaba muy mal, llorando y angustiada porque se ha encontrado con el ex. He ido a recogerla y vengo a que le den algo para la ansiedad.

ā€“ĀæHa consumido alcohol u otras drogas? ā€“pregunta la mĆ©dico.

ā€“SĆ³lo he bebido tres cubatas en toda la noche ā€“contesta la joven.

ā€“Si has consumido alguna otra droga tienes que decĆ­rmelo antes de que te dĆ© ninguna pastilla ā€“insiste la mĆ©dico.

ā€“No es momento de mentir, Paula, dile la verdad a la doctora.

ā€“La verdad es que nadie te ha pedido ni que vinieras a buscarme ni a traerme aquĆ­. Yo querĆ­a seguir de fiesta con mis amigas, y no, no he consumido ninguna droga.

ā€“Me lo ha pedido tu hermano mayor, que te ha visto llorando. Se preocupa por ti.

ā€“Mi hermano mayor, el que iba mucho mĆ”s Ā«pedoĀ» que yo, lo que querĆ­a es que yo no estuviera por allĆ­. A lo mejor deberĆ­as preocuparte mĆ”s por tu hijo que por mĆ­, por el tema drogas y eso. ā€“Esto Ćŗltimo lo dice con maldad, entrecerrando ligeramente los ojos y aguantando la mirada de su madre.

ā€“ĀæQuĆ© quieres decir? ĀæQue fuma porros?

ā€“Se hincha a porros, por no aƱadir… ā€“deja morir las palabras mientras se tapa un orificio de la nariz con un dedo a la vez que hace dos inhalaciones profundas.

ā€“Bueno, no hemos venido a hablar aquĆ­ de su otro hijo ā€“intenta reconducir la conversaciĆ³n la doctora. ā€“Entonces, Āæquieres que te dĆ© algo para la ansiedad?

ā€“Yo lo que quiero es volverme con mis amigas.

ā€“De eso nada, de aquĆ­ nos vamos a casa ā€“comienzan a discutir.
Viendo que la funciĆ³n estĆ” a punto de acabar, decido aportar algo y que mi papel no sea el de mero celador que abre y cierra las puertas.

ā€“Si me permiten decir algo ā€“madre e hija paran de hablar y se giran hacia mĆ­ ā€“me parece aterradora esta situaciĆ³n. Viene usted ā€“seƱalo a la madre y elevo un poco el tono de voz ā€“a las seis de la maƱana con su hija menor de edad, con evidentes signos de haber estado bebiendo, pidiendo un ansiolĆ­tico, que evidentemente no lo necesita, porque le ha dejado el novio. ĀæNo les parece absolutamente terrorĆ­fico la sociedad que estamos creando, en la que la soluciĆ³n para una ruptura amorosa en la adolescencia sea una pastilla? Todo esto mientras no muestra ni una pizca de preocupaciĆ³n, y mucho menos de responsabilidad, por parecerle bien que una menor estĆ© bebiendo cubatas a las seis de la maƱana. De verdad que nos vamos al garete. Tengan ustedes muy buenas noches, yo me voy a la cama, que aĆŗn me quedan 26 horas de guardia.

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