El pasado mes de noviembre la dirección de la empresa anunció a sus trabajadores que tenía grandes pérdidas –cosa que se demostró que no era así– y anunció a su plantilla la opción de cambiar voluntariamente su contrato, de fijo a fijo discontinuo. Más de la mitad de su plantilla fija no firmó ese contrato, que quería convertir a todos sus empleados en fijos-discontinuos. Ante la negativa de los trabajadores, la dirección de la empresa comunicó que, si los fijos no firmaban dicho contrato, procedería a un ERE y al despido de 48 de sus trabajadores.
Los sindicatos de CCOO y UGT se negaron al ERE y llevan desde noviembre de negociaciones para que los despidos afectaran sólo a trabajadores voluntarios y prejubilados de 60 a 63. Si dichas condiciones no se cumplían, los sindicatos proponían parones de una hora al día durante la hora de descanso de los trabajadores, algo totalmente inocuo para la empresa, ya que el objetivo de la huelga es hacer perder dinero a sus dueños.
Finalmente, el viernes 19 de enero, la familia Martin-Caro, dueña de Pablosky, ha ejecutado 46 despidos, con unas indemnizaciones de miseria de 20 días por año trabajado, sin aguardar al informe preceptivo de la Inspección de Trabajo y llamando a las personas afectadas a recibir y firmar sus cartas de despido sin permitir que acudieran acompañadas de sus representantes sindicales, y ordenándoselo así expresamente. A esto hay que sumarle las coacciones e intimidaciones desde que empezó el conflicto a los trabajadores y a los enlaces sindicales por parte de la empresa.
El fin último de todos estos despidos, como se puede imaginar, es la deslocalización de la empresa. Hemos podido hablar y entrevistar a varios de sus trabajadores y ellos mismos nos lo confirmaron. Desde hace varios meses la producción que les llega es sobre todo de Marruecos, y en menor medida de China. Otra motivación de los despidos, a parte de la deslocalización, es reducir su plantilla para ser considerada PyME y contar con más subvenciones e incentivos fiscales. Pero esto no acaba aquí, ya que los trabajadores nos confirmaron que lo más probable es que a finales de año se vuelvan a ver más despidos.
Su fuerte posicionamiento en el mercado mundial del calzado infantil y juvenil permitió a la empresa Pablosky ingresar el mes de marzo de 2023 en el foro de marcas renombradas españolas. Que irónico que tras ser renombrada «marca española» quiera traicionar así a sus empleados y a la industria de la región.
Mano de obra barata, producción extranjera, subvenciones e incentivos… esto es todo a lo que aspira la familia Martin-Caro. Poco le importan a esta familia sus trabajadores, a los que en repetidas ocasiones ha coaccionado para que aceptaran sus condiciones abusivas. No les basta tener aún más negocios, en el sector inmobiliario, todos ellos muy lucrativos. Otras grandes empresas como Bosch, Samsung, Philips, Airbus o Nissan también han llevado a cabo en los últimos años procesos de desmantelamiento industrial en España y deslocalización.
Se estima que al menos 10.000 trabajadores en los últimos 3 años han ido a la calle por estas prácticas empresariales tan nocivas para el país y los trabajadores.