El pasado fin de semana un sirio fue descubierto agrediendo sexualmente a una niña en Kayseri, en la región turca de Anatolia central. A raíz de este hecho, se ha propagado en toda Turquía una serie de revueltas violentas contra los sirios que habitan en el país, comenzando en la noche del domingo en la ciudad de los hechos, donde los sirios vieron cómo la población turca les gritaba, apedreaba, echaba abajo sus casas y quemaba sus negocios.
Las revueltas tuvieron que ser contenidas varias horas más tarde resultando en varios detenidos. Los ataques a la población siria se han extendido también a ciudades como Estambul.
En el norte de Siria, que se encuentra controlado por las fuerzas turcas, comenzaron varias protestas el lunes por parte de la población siria en 15 localidades, destacando Alepo. Al grito de «¡Fuera los turcos!» los manifestantes sirios atacaron los camiones con matrículas turcas. También retiraron la bandera de Turquía de puestos de control y oficinas gubernamentales. La respuesta del ejército turco en el norte de Siria ha sido la de usar gases lacrimógenos y munición real.
Ante esta crisis, Erdogan ha condenado la violencia contra los refugiados, palabras que le han costado las críticas de la oposición, que lo tachan de beneficiar a los inmigrantes en contra de la población local.
Las autoridades turcas han respondido con arrestos masivos y medidas de control, cerrando pasos fronterizos y reforzando la presencia militar en las áreas afectadas. Sin embargo, la situación sigue siendo tensa y los disturbios continúan propagándose a más localidades, tanto en Turquía como en las áreas bajo control turco en el norte de Siria.