En enero de 2024, Antonio Pozo, un vecino de Mijas, en Málaga, fue atacado de forma sorpresiva mientras paseaba a su perro. El agresor, un joven de 16 años de nacionalidad marroquí, le clavó un cuchillo en la cabeza, dejándolo incrustado en el cráneo. La hoja quedó a solo un milímetro de alcanzar zonas vitales del cerebro, poniendo en grave peligro su vida.

El ataque fue tan violento que la mano del agresor resbaló hasta la hoja del cuchillo, causándole heridas que requirieron intervención quirúrgica. A pesar de reconocer los hechos, el joven no explicó el motivo del ataque. La víctima, por su parte, declaró no conocer al agresor, que actuó sin mediar palabra.

La sentencia, emitida tras la confesión del condenado, subraya la clara intención de matar por parte del menor. El tribunal le impuso una pena de 6 años de reclusión y 5 de libertad vigilada.

Antonio tuvo que someterse a una delicada operación para extraer el cuchillo sin dañar su cerebro. A día de hoy, continúa sufriendo secuelas graves, como cefaleas constantes y estrés postraumático, que afectan su calidad de vida.