Llegado a ser nombrado como catalán del año, y presentado en todos los medios como un filántropo desinteresado sin apego a lo material, llegando a ser idealizado como un ser revolucionario por la mayoría del sector político de izquierdas, la realidad que esconde Oscar Camps es tan oscura como desconocida.
Se sabe que el catalán tenía como aspiración ser dibujante de comics. Sin embargo su primera empresa no estuvo dedicada al ámbito del dibujo literario, siendo una agencia de alquiler de coches en Castelldefels. Posteriormente trabajó en las ambulancias de Badalona, y paralelamente fue relacionándose a través del voluntariado con la ultrasubvencionada Cruz Rija.
Pero su gran filón vino de la mano de la contratación pública, y es que en 1999 la Generalitar se decidió a regular la presencia de socorristas en todas las playas de la Comunidad Autónoma. Nace entonces la empresa Proactiva Serveis Aquàtics S.L. En el año 2015, ante el auge de la cuestión migratoria tras el gran éxodo sirio, legalmente se hace a un lado de esta actividad empresarial, dejándola en manos de su mujer. Y es que ya por aquel entonces algunas entidades como la CGT empezaron a denunciar que el señor Camps arrasaba en todas las licitaciones de puestos de socorrismo porque ofrecía unos precios tan bajos que nadie podía competir.
Como suele ocurrir en estos casos, se descubrirá con el tiempo que estos bajos precios eran a costa del salario de los trabajadores y de los materiales con los que trabajaban. Esto le ha costado numerosas denuncias por explotación laboral así como por persecución sindical. A esto se suma sus supuestas buenas relaciones en las altas esferas de la política comunitaria, como con la podemita Ada Colau, quien en 2016 le adjudicó la vigilancia de todas las playas barcelonesas. Y es que para ser una organización sin ánimo de lucro las financias de Open Arms van a toda vela. En 2020 se estimaron como ganancias de la ONG unos 4’4 millones de euros, y en el anterior 2019 se dio a conocer que en sueldos la ONG gastó 1’5 millones de euros.
Pero la espuria labor de los medios, sumado a la gran ceguera de gran parte de la población respecto al problema migratorio, han provocado que incluso aquellos trabajadores que fueron despedidos y acosados por la empresa de Camps defiendan la «labor humanitaria» que el catalán realiza. Incluso se dio a conocer que su figura era alabada en un libro de Religión de Educación Primaria de la editorial SM. Sin embargo, si Jesús no dudó en echar a los mercaderes del templo, las oscuras relaciones económicas del señor Camps no le augurarían un mejor acogimiento.