Durante el registro del domicilio de uno de los detenidos, los agentes encontraron munición de arma corta y un hacha. A los demás arrestados también se les han intervenido manuales para la confección de explosivos, manuales de adoctrinamiento a menores y propaganda yihadista.
La operación se desarrolló de forma conjunta entre varios servicios de inteligencia como la Direction Générale de la Surveillance du Territoire (DGST) de Marruecos, la Direction Générale de la Sécurité Intérieure (DGSI) de Argelia, la Direction Générale de la Sûreté Nationale (DGSN) de Mauritania, el Federal Bureau of Investigation (FBI) de Estados Unidos, la FEDPOL de Suiza y EUROPOL.
En España, la Comisaría General de Información ha contado con la colaboración de sus Brigadas Provinciales de Información de Valencia, Alicante, Cáceres y San Sebastián, así como del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en una investigación coordinada por el Juzgado Central de Instrucción número 6 y la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Cabe destacar que uno de los detenidos en España fue condenado por delitos de terrorismo a dos años de cárcel, habiendo quedado en libertad a mediados de este 2023.
La Comisaría General de Información ha llevado a cabo en lo que va de año 22 operaciones en las que se ha detenido a 54 presuntos yihadistas, 36 de ellos en nueve operaciones ejecutadas en los dos últimos meses.
A mi me van a perdonar, pero estas cifras ( y las que facilita la UE a través de Europol) no pueden entrar en la categoría de “casos aislados”. Es más, si se mirasen en su conjunto en toda la UE , quizá podríamos empezar a hablar de “una guerra de casos aislados.” Porque precisamente es de lo que va esto: de individuos fuera del foco del control de las autoridades que intentan captar en suelo europeo a sus miembros. Ciudadanos que en muchos casos tienen nacionalidad europea, y que intentan captar potenciales terroristas en redes vecinales o familiares.
Las estadísticas facilitadas por Europol no invitan al optimismo, puesto que las detenciones relacionadas con el terrorismo islámico permanecen estables en el tiempo, con ligeras oscilaciones de un año a otro; siendo la efectividad de las fuerzas de seguridad clave en que las cifras de los atentados consumados no suban en la estadística.
(ver gráfico más abajo)
Fuente: Europol
Según el último informe sobre “la situación y las tendencias del terrorismo en la Unión Europea (TE-SAT) 2023, elaborado por Europol, “las autoridades policiales de los Estados miembros de la UE detuvieron a 380 personas en 2022 por delitos relacionados con el terrorismo”, estando la mayoría de estas operaciones relacionadas con el terrorismo yihadista. A la cabeza dentro de este siniestro ranking España ocupa el segundo lugar con 46, sólo superada por Francia con 93. Alemania (30) y Bélgica (22), con graves problemas de seguridad dentro de sus fronteras vinculados al terrorismo de carácter islamista, completan la lista.
Fuente: Europol
Algo grave pasa en la UE cuando en el mismo informe facilitado por Europol se incide que la afiliación a grupos concretos, como EI y Al Qaeda, cuenta cada vez con menos adeptos entre los partidarios del Yihadismo europeo, siendo los perfiles de lobos solitarios los preeminentes en la actualidad.
Este tipo de perfiles seguirían las enseñanzas del padre de la yihad moderna, Mustafa Setmarian, quien mantenía que para atacar el «corazón de los países europeos» los lobos solitarios son estratégicos en la diseminación del terror y la desestabilización. Cualquier individuo es suficiente, y basta un simple cuchillo de cocina para realizar una acción impulsiva contra un grupo de «infieles». De momento la táctica funciona: apuñalamiento de niños pequeños en parques en Francia, sacristanes en España, cuando no la muerte a tiros por un arma automática de dos aficionados de fútbol suecos en las calles de Bélgica. ¿Qué está pasando? ¿Cómo solucionar un problema que no sólo no decae, sino que obviamente va a ir a más?
El elevado número de intentos de ataques terroristas y los actos cometidos ha intensificado la presión sobre el Parlamento Europeo para que flexibilice la expulsión de inmigrantes irregulares y mejorar las herramientas de intercambio de información entre países, ya que las bases de datos nacionales utilizadas para el control de fronteras y la lucha contra el crimen organizado no se comunican entre sí.
Todo eso está bien pero… ¿qué hacer con esa nueva generación de jóvenes europeos, entre los que hay hijos y nietos de inmigrantes de países musulmanes, donde el discurso yihadista encuentra amplia aceptación? ¿Cómo combatir a ciudadanos que quieren destruir los valores y la sociedad en la que se han criado? Mientras se responden, lo único claro es que seguirá creciendo el número de “casos aislados”.