La Guerra de Independencia que se libró en España desde 1808 hasta 1814 entre el pueblo español y el Imperio Napoleónico tuvo su raíz en las revueltas locales que hicieron imposible el establecimiento efectivo del poder de los franceses sobre la península. Se suele atribuir a Madrid y el 2 de mayo el comienzo de estas rebeliones populares, sin embargo estas acciones se adelantaron dos semanas en la ciudad de Burgos, un día como el 18 de abril de 1808.
Ya a finales del año 1807, con las tropas francesas marchando por España sin oposición, se producían diversas fricciones entre el ejército extranjero y el pueblo, ajeno a los planes de Napoleón de hacerse, no sólo con Portugal, sino con España. Según las fuentes de la época, el descontento de la población era mayúsculo debido a las dificultades que había en conseguir carne.
El descontento por la presencia francesa se volvió en motín a mediados de abril, cuando las tropas ocupantes interceptaron un correo procedente de Vitoria, lugar en el que se encontraba el Rey Fernando VII, con un mes en el cargo gracias al Motín de Aranjuez, en dirección a Madrid.
A lo largo de la jornada se formó un gran tumulto de burgaleses con intención de apresar al intendente local, que se refugió en el Palacio Arzobispal de la ciudad, que se encontraba anejo a la Catedral en la Plaza del Rey San Fernando hasta su demolición y bajo la custodia de la guardia francesa. El pueblo de Burgos, encolerizado, se cuenta que se armó con piedras, que lanzaron frente al palacio gritando contra la guardia del país invasor.
Los guardias franceses actuaron contra la población cuando, conforme a una breve carta de un tornero llamado Marcos Palomar que relata el día y la reacción del ejército francés, unas personas pasaron de lanzar piedras a, según Palomar, robar algún fusil a la centinela. Tras estas protestas que se iban recrudeciendo el Comandante francés mandó abrir fuego contra los burgaleses, resultando muertos tres, de nombre Manuel de la Torre, Nicolás Gutiérrez y Tomás Gredilla
No obstante, durante la guerra contra los franceses, Burgos se convirtió en uno de los centros más importantes del nuevo poder napoleónico, siendo clave en la comunicación con el país galo.
Este episodio desconocido de la Guerra de Independencia se recuerda en la ciudad con una placa en el Arco de Santa María, en la plaza en la que se desencadenaron los hechos frente a la imponente Catedral gótica junto a otra que rememora el ahorcamiento de los vocales de la Junta Superior de Burgos un dos de abril 1812. La placa, que estaba pensada en un principio para ser colocada en su aniversario en 1908, se retomó como proyecto durante la República, pero finalmente se retrasó la colocación hasta 1937, con un homenaje discreto por la nueva guerra que se vivió en España.
«Al pueblo burgalés
Que antes que ninguno de
España se alzó contra los
franceses invasores
en esta plaza donde murieron por
la Patria, Manuel de la Torre,
Nicolás Gutiérrez y Tomás Gredilla
el 18 de abril de 1808».
Placa que recuerda la jornada del 18 de abril de 1808 en la plaza del Rey San Fernando en Burgos