La vida de Jerry West ha terminado. El mítico escolta de los Ángeles Lakers ha fallecido en Los Ángeles con 86 años. La rivalidad con los Celtics permitió a West convertirse en un jugador único. Consiguió permanecer en el olimpo de la NBA y en la cabeza de los aficionados. Su figura es la que aparece en el logo de la competición.
La competición nunca llegó a reconocer que fuese su figura y West no consiguió ni un solo centavo por aparecer en el logo de la NBA. Pese a ello, el eterno número 44 es inconfundible. El escolta estadounidense consiguió acabar con la hegemonía de los Celtics y amplió su palmarés en los Juegos de Roma, sin embargo, la rivalidad con Boston acababa de comenzar. Siete finales perdidas llevaron a West a convertirse en el máximo enemigo de los Celtics. Disfrutaba de cada una de las derrotas de los de Boston. La enemistad era irreconciliable.
Fuera de sus rivalidades, West sostiene números que no han sido superados. En 1969, se convirtió en el primer jugador en ser MVP en una final sin alzarse con el anillo. Sus 37 puntos promediados en las contiendas de la fase final cerraron la proeza y demostraron el estilo de West. La palabra rendirse no se encontraba en su vocabulario.
Antes de su retirada engrosó sus números con un nuevo anillo en las filas de los Knicks y cerró su carrera con 14 All-Star. En 1974, puso punto final a sus lanzamientos sobre el parqué y pasó a la zona técnica. Los banquillos no eran la especialidad de West y aumentó su leyenda desde los despachos, donde cerró las llegadas de Kobe Bryant o Shaquille O’Neal a los Lakers. Bajo su liderazgo, los Ángeles se endosaron cuatro anillos y cerraron la carrera de West.
Sin su dirección en el club de sus amores, West siguió vinculado a los terrenos de juego y coincidió con Pau Gasol en los Grizzlies para conformar la última gran dinastía de la NBA. West no entendía la vida sin las canastas y hasta su muerte, fue director deportivo de los Ángeles Clippers.
