Ha llegado el día. 8 de marzo de 2024. Un día muy esperado por empresas, influencers y “activistas” listas todas para pasear reivindicaciones y dar lecciones de igualdad a diestro y siniestro. Nadie pierde la oportunidad de enseñarle al mundo lo concienciado que está con el feminismo. Vuelve a sonar casi como una melodía de terror el discurso rancio, aburrido y victimista de lo duro que es ser mujer en este país. Cadenas como RTVE aprovechan para reivindicar con un programa especial que “Las Mujeres Facturan”. Para secreto de nadie, solo algunas mujeres facturan.
Pero en este país ya no factura nadie, ¿qué más da? Si el problema no está en que vivas de alquiler y con cuatro compañeros de piso a los 30, en que no tengas propiedades, ni un trabajo fijo, el problema son los dichosos hombres y sus privilegios. Pero yo, por mucho que me rodeo de esos hombres horribles y opresores, no soy capaz de identificar sus privilegios. Es irónico ver a aquellas que desde los medios de comunicación, con mucha condescendencia, señalan a Manolo, como el origen de todos los males de las mujeres.
Yo me pregunto si estas mujeres tendrán padres, hijos, hermanos, si todos ellos también serán terribles privilegiados con la vida resuelta. También me pregunto de qué tipo de hombres se rodearán para generalizar de forma tan absoluta lo buenas que son las mujeres y lo malos que son los hombres. El feminismo se ha encargado de meter en un campo de batalla a mujeres y hombres, como si fuéramos enemigos. En su relato fantástico las mujeres son seres de luz: nunca mienten, ni manipulan, ni se equivocan, y cuando lo hacen siempre es justificado. ¿Hay algo más hipócrita? Es absurdo.
No existe desigualdad para las mujeres en España, ni un sistema de opresión sistemático contra nosotras. Existen situaciones injustas, desigualdades a las que se enfrentan hombres y mujeres, y que en cada caso se materializaran de una u otra forma, pero su origen no lo determina el sexo. Victimizar de forma continuada y sin criterio ninguno a las mujeres nos hace un flaco favor, nos convierte en cupos.
Pero a mí no me gustaría convertirme en un cupo. Pero como las políticas feministas no buscan solucionar situaciones sino mantener un relato que decir y un negocio, no se atienen a hechos reales. Su relato cuenta que existen pocas mujeres en puestos de poder, de mando o de responsabilidad en grandes empresas, departamentos, etc. Sin embargo, su relato les impide ver un poco más allá, se limitan a culpar a los hombres, aunque en muchos casos la que te despida por estar embaraza sea una mujer. Porque el problema no son los hombres al mando, el problema es que en una sociedad en la que manda el dinero las políticas de conciliación real no existen.
Las mujeres no alcanzan puestos de poder no por culpa de los malvados hombres, sino porque para ser madres tienen que sacrificar sus carreras profesionales. Y aquí no llegan las políticas de igualdad, porque centrar sus políticas en exigir conciliación real, seria excluir a las “nuevas mujeres con pene”. Porque el sujeto de sus políticas no tiene la regla, ni útero, solo falda y pintalabios. Es muy difícil hacer políticas para mujeres sin poder definir qué es una mujer.
Los cupos son absurdos, porque hombres y mujeres somos diferentes, y no tenemos porque estar representados en todos los sectores de la sociedad en el mismo porcentaje, porque hay tendencias generales en preferencias en cuanto a la elección de los trabajos. Y eso no es machismo ni discriminación.
En los últimos años las políticas del Ministerio de Igualdad han dado mucho que hablar, pero ¿ha cambiado algo? Se han invertido millones de euros en campañas, en crear nuevas instituciones, puestos de trabajo y proyectos dispuestos a impulsar una pseudoigualdad en este país. Si nos vamos a los datos, las violaciones, los delitos por abuso sexual y los asesinatos a mujeres, no han disminuido, sino que han aumentado.
Las políticas feministas reproducen un relato, y sin relato no hay negocio, y sin negocio se van al paro. Por eso, se caracterizan por no analizar las causas reales de los problemas que pretenden solucionar, sino por solamente reproducir su maldito relato.
Muy cierto Alicia: Cuando veas en primera fila de la pancarta de una manifestación reivindicativa a quienes están en el gobierno y en realidad tienen el poder, sospecha porque te están manipulando.
Alicia, me ha encantado tu artículo.
Pocas mujeres son, primero, capaces de ver lo que dices, y segundo, atreverse a hablar en voz alta.