Este viernes ha dado comienzo en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio contra los miembros de la familia Vargas, que en 2022 asesinaron a tiros al pastor evangélico Joaquín Jiménez.
La víctima fue requerida por dos familias gitanas -Los Vargas y Los Limpia- para mediar en la separación del matrimonio formado por Abraham Vargas y Nerea H., miembro de Los Limpia.
La ley gitana establece que en caso de divorcio la familia del novio ha de pagar una compensación económica a la de la novia, lo que provocó el desacuerdo entre las familias, ya que Nerea estaba embarazada en aquel momento y eso suponía una mayor compensación.
Según la versión de los Vargas, la indemnización pasó de 18.000 euros a 30.000, lo que provocó «estrés en su cabeza». La noche de autos, Enrique, el padre del novio, llamó a su hermano Antonio y fueron en sendos coches y en compañía de sus respectivos hijos, así como de la mujer de Enrique, a buscar al pastor. Cuando localizaron a la víctima circulando con su coche cerca de su domicilio, en el madrileño barrio de San Blas, uno de los vehículos le cortó el paso, haciendo que se estrellara. Entonces, Enrique salió del coche y disparó contra Joaquín Jiménez, provocándole la muerte.
Todos los implicados en el asesinato huyeron a Sevilla y más tarde Abraham, el novio, se entregó a la Policía, declarándose autor de los disparos, pues «así lo decidieron los patriarcas».
Sin embargo, la versión de la familia de la víctima difiere de esta en cuanto al móvil. Según la sobrina de Joaquín Jiménez, este había aconsejado a Nerea que denunciara a Abraham por los malos tratos de los que estaba siendo víctima, cosa que, al parecer, hizo. «Esa misma mañana, la chica puso la denuncia y a las tres de la tarde habían matado a mi tío», ha declarado.
Finalmente, Antonio ha confesado ser el autor material de los disparos, aunque ha tratado de impedir que se incrimine a su hijo.