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La desindustrialización en el bierzo

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Han pasado ya casi siete años desde que se cerrase, en noviembre de 2018, el pozo Salgueiro en el municipio de Torre del Bierzo. Este acontecimiento puso fin al monocultivo del carbón en la comarca berciana.  Antes de este, se habían producido muchos más; en Torre del Bierzo, en Fabero, en Toreno, en Villablino, en Bembibre, en Igueña, en Ponferrada…

La descarbonización impulsada por la UE ha llevado a esta comarca a pasar de ser una zona creciente con gran cantidad de empleo de calidad, a un erial con pocas posibilidades de futuro.

En todo el siglo pasado, tras el avance de la industria pesada y del ferrocarril, que lograba conectar las cuencas mineras del Bierzo y Asturias con País Vasco y ante la gran demanda energética; las minas de esta región leonesa alcanzaron su máximo esplendor. En Ponferrada se creó la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP),  también Endesa y se abrió en Ponferrada Compostilla I, su primera central térmica, la cual fue desmantelada hace unos años. Esto supuso un auge sin precedentes para la comarca, la cual pasó a ser la capital industrial de la provincia de León y un destino para una gran cantidad de trabajadores de todas partes de España.

En los últimos años la decadencia industrial unida a la mala gestión de una clase política muy alejada de los problemas reales de los trabajadores, ha llevado a la desaparición completa de todo viso de recuperación industrial en la zona. Durante el periodo de adaptación al cierre, los políticos se escudaban en que el carbón era demasiado contaminante. El alto contenido de sulfatos que porta la combustión de la antracita berciana sumado a la falta de inversión en investigación y desarrollo les daba la excusa perfecta. Pagaron con dinero europeo a los mineros que veían cómo se terminaba su modo de vida, a pesar de que estos no se fueron sin antes luchar. La mayoría de fondos europeos destinados a la supuesta reconversión industrial fueron a parar a los bolsillos de unos pocos; mientras que las familias de los trabajadores se han tenido que marchar por falta de trabajo de su propia tierra, los antiguos patrones de las minas han sido los que verdaderamente se han lucrado del cierre de las mismas.

Los jóvenes de entre veinte y treinta años se han visto obligados a emigrar. La gran mayoría, ante la falta de oportunidades de empleo y la falta de un motor industrial como era el carbón, se han ido o bien a las capitales industriales españolas, o bien a otros países del mundo. Todos los puestos de trabajo indirectos que estaban asociados a este sector o que vivían gracias al mismo han desaparecido. Las pocas empresas que aún sobreviven en la zona cada año amenazan con cerrar o deslocalizarse a otras zonas de España o incluso de irse del país.

Los políticos españoles se jactaban en el pasado de que la desaparición de la minería era un paso más hacia el progreso. La tan cacareada reconversión industrial berciana se ha convertido en un jarro de agua fría en la cara de los bercianos, que ven como su hogar languidece ante el inexorable avance del ecologismo woke sin proponer ninguna alternativa real para las zonas afectadas por la desindustrialización.

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