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La guerra de Yemen: La gran olvidada

Los medios de comunicación son un instrumento de propaganda de guerra que decide qué conflictos están de moda y cuáles no. Este es el caso de la guerra de Yemen, una guerra civil que ha sido borrada de nuestras memorias.

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Todos recordamos la guerra de Afganistán de 2001, tras los atentados del 11-S y la declaración del presidente norteamericano Bush de hacer la «Guerra contra el Terrorismo», o las imaginarias bombas atómicas de Irak, país que también fue invadido. Ahora tenemos las recientes guerras, las ruso-ucranianas y palestino-israelíes. La de Yemen, al igual que las guerras del continente africano, son muy lejanas para el imaginario popular occidental y «poco» importantes para la geopolítica del momento.

Orígenes

Para empezar, Yemen estaba dividido en dos países antes de los años noventa: Yemen del Norte y Yemen del Sur. Uno de los actores más importantes en el conflicto fue Ali Abdullah Saleh, presidente de Yemen del Norte desde 1978, y que siguió siéndolo a partir de 1990 del país unificado. Pero pronto, en 1994, estalló una guerra civil entre el gobierno de Saleh y los secesionistas sureños, reprimidos por lo que era el antiguo Yemen del Norte.

Ahí es cuando se crea el movimiento hutí de los «Partidarios de Dios», de religión zaidí (rama del chiísmo), pero que también se autodenomina republicano, demócrata, patriota e intolerante a la corrupción. Es un movimiento que rechaza el salafismo, el sionismo y el imperialismo, y son acusados de recibir el apoyo de Irán. Este grupo lleva a cabo una fuerte oposición armada contra el presidente Saleh durante su gobierno, y en 2011 estalla una «revolución» que propicia la caída de este para dejar paso, en 2012, al nuevo presidente Abdelrabbuh Man Sur al-Hadi, del islam suní y proestadounidense.

En septiembre de 2014 se lleva a cabo un golpe militar que hace caer al gobierno de Hadi, con la toma de la ciudad de Sanaa y del Palacio Presidencial en febrero de 2015. Los hutíes, en el poder, crean un Comité Revolucionario, y Hadi se refugia en la ciudad de Adén (sur de Yemen) mientras Saleh se alía con los hutíes. El 20 de marzo, tras los atentados del Estado Islámico a dos mezquitas chiíes, los hutíes y los partidarios de Saleh atacan Adén.

Hadi consiguió el apoyo de Arabia Saudí, ya que era el presidente que mejor garantizaba los intereses de los saudíes en la zona. Arabia Saudí llevaba interviniendo en el país desde los años sesenta, apoyando a un bando u otro según le convenía. En este caso, con la toma de poder de los hutíes, los saudíes temían que Irán se hiciera con Yemen para que formase parte de su zona de influencia. Y es por ello que, el 25 de marzo, empieza su campaña de bombardeos contra los hutíes y los partidarios de Saleh. Los ataques los realiza a través del Consejo de Cooperación del Golfo (al que pertenecen también Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Catar), y con ayuda de Egipto, Marruecos, Jordania, Hadi, Sudán y los Estados Unidos de la presidencia Obama, con la excusa de luchar contra el terrorismo yihadista.

Otros actores importantes en la contienda fueron los grupos yihadistas como el Estado Islámico y Al Qaeda, con otros intereses en la zona. Los del primero, expandirse por todo el mundo para establecer un califato que aplique la sharía. Y, los del segundo, establecer otro califato similar, pero en la península. Estos dos grupos han estado enfrentados entre sí y a la vez enfrentados a todos los bandos del conflicto.

EL DESARROLLO DEL CONFLICTO

La Guerra de Yemen, que en la práctica es una guerra civil con intervención extranjera, es un conflicto que hoy continúa por su estancamiento y una incapacidad de establecer relaciones de paz en el territorio. A lo largo de los años, los hutíes han ido ganando fuerza, y han podido realizar acciones duras contra Arabia Saudí. Es destacable su ataque con drones, en 2019, a las refinerías de petróleo más importantes ubicadas en el reino árabe. Los daños desencadenaron una fuerte crisis económica mundial, y ocasionaron mayores tensiones entre Arabia Saudí e Irán porque el primero acusaba al segundo de ayudar a los hutíes. Esto provocó también grandes tensiones entre Estados Unidos e Irán en 2020.

Las alianzas en el bando de Hadi se han ido resquebrajando a partir de 2017, tanto en el ámbito interno como el externo. En 2020, el Consejo de Transición del Sur rompió con Hadi y buscó una independencia para formar un Yemen del Sur. También ese mismo año se echó del Consejo de Cooperación del Golfo a Catar, por tener negocios gasísticos con Irán y cercanía con Turquía. Emiratos Árabes Unidos y Sudán se retiraron del conflicto ante el miedo a un conflicto con Irán y ciertas discrepancias con Arabia. De la misma manera, la alianza de Saleh con los hutíes se rompió, y estos lo asesinaron antes de que consiguiera escapar.

El pueblo yemení es el que más sufre esta guerra civil, que se ha saldado en sus nueve años de existencia con más de 400.000 personas fallecidas por causas directas e indirectas. De los 30 millones de habitantes yemeníes, 23 millones requieren de ayuda humanitaria y 7,4 millones de personas requieren de asistencia nutricional. De estas, 2,3 millones de niños sufren desnutrición severa, y 1,2 millones de mujeres embarazadas o lactantes sufren desnutrición moderada o severa. Además, en el país ya cuenta con 4,5 millones de desplazados internos. Esta crisis humanitaria ha sido catalogada como la peor de la historia.

Un hombre lleva a una niña rescatada entre los escombros del edificio derruido tras un ataque aéreo en la capital de Yemen. Foto: Khaled Abdullah.
Un hombre lleva a una niña rescatada entre los escombros del edificio derruido tras un ataque aéreo en la capital de Yemen. Foto: Khaled Abdullah.

En definitiva, el conflicto de Yemen es un ejemplo más del intento de las potencias, tanto regionales (Arabia Saudí e Irán) como mundiales (Estados Unidos) de expandir su área de influencia mediante intermediarios internos en una guerra civil. Al final, quienes pagan los platos rotos son los de siempre, el pueblo yemení que está sufriendo un gran drama humanitario, de hambre, violencia y éxodo migratorio con miles de muertes que es silenciado por los medios. Mientras, estos y nuestros gobiernos se enfocan únicamente en los conflictos que están de moda. Lo vemos, por ejemplo, en el gobierno de coalición de España. Podemos, que forma parte de la izquierda, se lamenta de la masacre de Gaza y pide incesantemente la ruptura de relaciones con Israel, pero su gobierno sigue entregando armamento militar a Arabia Saudí que después se emplea contra la población yemení. Tampoco pide romper relaciones con Marruecos, que, aparte de hacer políticas en contra de los intereses de los españoles, bombardea junto con Arabia Saudí tanto a los saharauis como a los yemeníes.

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