España envejece. En los primeros cinco meses del año 2023, nuestro país registró sólo 129.306 nacimientos. Estas cifras suponen un descenso del 2,3 % en comparación con el mismo periodo de 2022, y la cifra más baja de los cinco primeros meses de año en los últimos siete años. Siempre según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el encargado de realizar la estadística de nacimientos desde 1858. Continúa así la tendencia a la baja en nuestro país desde que se tienen registros, si exceptuamos el periodo de la Guerra Civil.
Según dichos registros, los años 60 fueron los de mayor fertilidad en las parejas españolas con una media de 3 hijos por mujer. Fue a mediados de esa década –1964– el que marcó el número de 700 mil nacidos, el récord de los últimos 60 años. A partir de ahí, la tendencia fue en clara disminución, pasando a los 2,78 hijos por mujer en 1975 , y posteriormente descendiendo a 1,15 en 1998. En la década 2000-2010 la natalidad tuvo un breve repunte, gracias sobre todo a la contribución de mujeres inmigrantes extranjeras, para luego desinflarse hasta llegar a los desoladores resultados actuales.
Foto: INE
Mirando los datos del INE cuesta creer que España en 1975 tuviera, junto con Italia, la más alta natalidad de Europa y un par de décadas después estuviera entre las más bajas del mundo. España, como en muchos otros aspectos, se ha incorporado tarde a una tendencia que hace tiempo se ha instalado en la UE, con el agravante de que ese camino lo hemos recorrido en menos años sin importar la comunidad autónoma a la que nos refiramos, o la clase social de la que hablemos.
Y la crisis, según los expertos, puede que todavía no haya tocado fondo. Preocupante es sobre todo la encuesta de fecundidad 2018 realizada por el INE, la cuarta realizada sobre este tema tras las de los años 1977, 1985 y 1999. Dicha encuesta reflejaba que casi tres de cada cuatro mujeres desearían tener al menos dos hijos, demandando mayores medidas de conciliación laboral.
Foto: INE
Un hecho relevante en este estudio es que por primera vez se investiga a los hombres, que, curiosamente, también desearían tener al menos dos hijos, siendo esta respuesta la de casi la mitad de los que tienen entre 25 y 39 años y más de la mitad para el resto.
Foto: INE
Esto demuestra una grave debilidad de nuestra sociedad: la población no tiene el número de hijos que desearía tener. Un hecho que sorprende no haga saltar las alarmas en nuestra sociedad y haga plantear la gran pregunta: ¿cómo es posible que no se aborde algo tan esencial para el presente y futuro de nuestra propia identidad?
La respuesta parece fácil: porque nuestros gobernantes niegan la mayor y ante las sucesivas crisis de saldo vegetativo negativo –la diferencia entre los nacimientos que se producen por las de fallecimientos– su única solución ha sido decir que los hijos los aporten los inmigrantes.
Y la solución nos la hemos aplicado en España de manera sobresaliente: casi un tercio de los bebés que nacieron en el país en 2021 (el 32,4%) tenía al menos un padre o madre extranjero, llegando a rozar o incluso superarse el umbral del 40% en provincias como Madrid, Barcelona o Guadalajara. Una cifra que se explica por el incremento en seis millones y medio de extranjeros residiendo en España respecto a hace 25 años. Por afinar un poco más: una quinta parte de la población española es inmigrante.
Se trata, según subraya el Observatorio Demográfico de la Universidad CEU San Pablo en su último estudio titulado Inmigración: un quinto de la España actual, más de un cuarto de la futura, de un «cambio demográfico sin precedentes», debido al corto periodo de tiempo en el que se ha producido –mediados de los 90 hasta la actualidad.
Foto: Informe CEU San Pablo
Según dicho estudio, las siete ciudades españolas más pobladas en los años 90 han visto cómo su población autóctona decrecía un 17% –1,2 millones de nativos españoles menos– siendo sustituida por la foránea. Esto hace que en una ciudad como Barcelona el 46% de los bebés nacidos en 2021 sean de madres nacidas en el extranjero, dándose la circunstancia que por primera vez en la historia de la ciudad el nombre de Mohammed supere al de Arnau en los registros civiles. Está claro que la Cataluña del futuro no será igual a la que los líderes independentistas como Heribert Barrera o Jordi Pujol soñaban en 2008 mientras divagaban sobre la inmigración en una entrevista, cuando Barrera afirmaba que «lo que complica bastante las cosas es que es más difícil integrar a un latinoamericano que un andaluz». A lo que Pujol respondía: «esto, seguro; y más que un marroquí, la religión aparte, a los latinoamericanos les cuesta entender la catalanidad».
Y más que les va a costar: en 2022 el 49% de los niños nacidos en Cataluña tenían al menos un progenitor nacido en el extranjero. Y desglosado ese porcentaje por provincias, Gerona se lleva la palma con un 53%, seguida por Lérida y Barcelona con un 45%. Así que no es de extrañar que Cataluña esté entre las comunidades autónomas con mayor sustitución de población autóctona por extranjera junto a Baleares, Madrid y la Comunidad Valenciana. Y las que de momento aguantan el tipo son Extremadura, Asturias, Castilla-León y Galicia.
Sorprende que todos estos datos no sean objeto, como mínimo, de un análisis en los grandes medios de comunicación que desde hace años nos machacan con el mantra de que cuantos más inmigrantes sigan viniendo, mejor. Porque ya se sabe que los españoles somos unos vagos que no queremos trabajar en la hostelería, el campo o el transporte de mercancías por carretera con las magníficas condiciones que ofrecen las empresas de esos sectores. Y por supuesto, en el colmo de la holgazanería, tampoco queremos tener hijos.
Pero es que la afirmación de que gracias a los inmigrantes es por lo que no desaparecemos como sociedad tampoco es cierta. Según el indicador de fecundidad –número de hijos por mujer– desde que el INE empezó a contabilizarlo, el número de hijos que tienen las extranjeras ha decaído en los últimos 20 años, siendo su diferencia con respecto a las españolas de 1,56 contra 1,18 en 2022.
Foto: INE
Otro dato interesante es la conformación de las parejas que dan a luz a los «nuevos españoles». Una vez más, los autóctonos son arrasados en la estadística del INE, siendo las parejas mixtas «multiculturales» o «multirraciales» extremadamente minoritarias. Según el estudio de la Universidad CEU San Pablo mencionado más arriba, y basándose en estimaciones de los microdatos de nacimientos registrados en el INE en 2021, «no tenían padre español nativo el 77% de los bebés alumbrados en España de madre nacida en el extranjero. Y no tenían madre española nativa el 80% de los bebés cuyo padre había nacido en el extranjero.» Para proseguir afirmando que: «es más notable aún la endogamia por orígenes nacionales de africanos y asiáticos, pese a que en muchos casos son comunidades con un número reducido de personas. Un caso especialmente llamativo es el de los nativos de Pakistán y Bangladesh, naciones ambas pertenecientes a la gran India histórica-cultural-étnica, y muy mayoritariamente musulmanes (razón por la cual fueron el mismo país de 1947 a 1971), con un grado de endogamia del 98%».
Demoledor: los fascistas datos del INE sacando de su ensoñación a Podemos y Sumar cuando nos hablan de lo bonita que es la sociedad diversa y multicultural que nos ha tocado vivir. Pero no se preocupen, seguramente la endogamia que muestran estas comunidades también será culpa de los españoles. Y hasta aquí los fríos números.
En otro artículo abordaremos cómo hemos llegado hasta aquí y sus posibles soluciones.