5 de septiembre de 2025

Europa encadena en pocos meses una...

El Corte Inglés, Carrefour, IKEA y...

¿La patronal pide inmigración o pide esclavos?

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El Corte Inglés, Carrefour, IKEA y otros gigantes del comercio han exigido al Gobierno un plan urgente de inmigración para cubrir 16.000 vacantes en logística, mantenimiento, frescos y tecnología. La patronal asegura que en España no hay trabajadores suficientes y que la solución pasa por traerlos del extranjero.

La realidad es otra. España sigue con más de dos millones de parados y alrededor de medio millón de compatriotas obligados a buscar fuera lo que aquí no encuentran. No faltan trabajadores, faltan empleos dignos y bien pagados.

Los datos europeos lo confirman. Según Eurostat, España es uno de los países de la Unión Europea con menos vacantes sin cubrir: apenas un 0,8% en el segundo trimestre de 2025, frente a una media comunitaria del 2,1%. En Países Bajos la tasa supera el 4% y en Alemania o Francia ronda el 2,5%. Es decir, no abundan los puestos que los españoles rechacen, lo que desmonta la idea de que «los españoles no quieran trabajar».

Aun así, la patronal insiste en un modelo que recuerda a lo que Marx definió como «ejército industrial de reserva»: mano de obra barata y dócil para mantener a raya las aspiraciones del resto de trabajadores. Y la izquierda progre, en nombre del multiculturalismo, termina coincidiendo con esa lógica, defendiendo una inmigración masiva que contribuye a rebajar salarios y precarizar aún más el empleo.

El resultado es evidente: cuando un español rechaza un empleo mal pagado, no lo hace por falta de ganas de trabajar, sino porque existe una tradición de lucha obrera y de conquistas sociales que le han permitido aspirar a unas condiciones mínimas de dignidad. Frente a ello, el modelo migratorio actual ofrece a la patronal una salida fácil: recurrir a inmigrantes desesperados que llegan desde contextos de pobreza, sin ese bagaje de derechos y con necesidades extremas, dispuestos a aceptar condiciones laborales de miseria. Así, los empresarios pueden pagar menos, reducir costes y maximizar beneficios, mientras obligan a los trabajadores a competir de forma salvaje. Esa competencia desigual hunde los salarios y, al final, perdemos todos: tanto los trabajadores españoles como los propios inmigrantes.

España no necesita más inmigración, sino recuperar a sus emigrados, dar oportunidades reales a los parados y garantizar empleos estables y dignos.