martes, diciembre 3, 2024

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El negocio de las remesas de inmigrantes hacia sus países

El dinero enviado por los inmigrantes hacia sus países de origen supone una fuente de grandes beneficios para las multinacionales.

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Por remesas se entiende el dinero que los migrantes envían a sus familias y amigos en sus países de origen, pero también podría incluir otro tipo de productos o bienes. La cuantía que supone a nivel mundial es muy superior al empleado en fondos oficiales para el desarrollo.

Por tanto, el esfuerzo del inmigrante por trabajar, ahorrar y enviar dinero a su país es mayor, en su conjunto, a lo que se dedica por parte de las instituciones mundiales para el desarrollo de los países más pobres.  Los datos son aproximados debido a la dificultad de medir todos los canales de envío de dinero, los distintos criterios de medición según países y algo de oscurantismo por parte de los países receptores. Según el Fondo Monetario Internacional, el valor real de las remesas puede ser hasta un 50% superior al que sugieren las cifras oficiales, ya que a menudo se utilizan otros métodos informales para enviar dinero que no son registrados por las autoridades.

El valor de las remesas es una parte tan importante de la economía, que debe reflejarse en la balanza de pagos de los países.  Tanto de los países donde se residen inmigrantes (emisores) como los países de origen de los emigrantes donde se envían los fondos (receptores). Las remesas pueden llegar a suponer un tercio o más del PIB del país, siendo los países donde más porcentaje representa Tonga y Somalia.

Según la Organización Mundial de las Migraciones (OMI), dependiente de la ONU, en su informe de 2024, las remesas internacionales aumentaron en un porcentaje del 650%, pasando de 128.000 a 831.000 millones de dólares entre 2000 y 2022. 

El impacto sobre el desarrollo del país de estas grandes cantidades de dinero es muy considerable, mejorando en cierta manera el bienestar de la nación. Las remesas van dirigidas a mejorar la calidad de vida de los familiares de los migrantes de forma directa, pero, indirectamente, también se benefician las poblaciones y la economía local. Sirve de sustituto a la labor de atención al ciudadano que sus gobiernos no están realizando, ya sea por falta de recursos o por políticas corruptas. Las cuantías superan la inversión extranjera y la ayuda internacional hacia el desarrollo, a la que suplen. 

Si nos centramos en España, según datos del Banco de España en el año 2023, las remesas enviadas por inmigrantes a sus países de origen se sitúo en 11.000 millones de euros, creciendo un 89% en los últimos diez años. El ranking de países a los que se envía dinero está liderado por Marruecos, Colombia, Ecuador, Republica Dominicana, Honduras, Paquistán y Senegal.

Otras grandes ventajas de las remesas es que son mucho más estables que las inversiones, volátiles y dirigidas por los vaivenes del mercado. Al contrario de lo que ocurre con la ayuda oficial al desarrollo, favorece la efectividad en el uso de los recursos al eliminarse la intermediación.

Pero, pese a todos los posibles beneficios que tienen estos envíos de dinero para los países de origen, también tienen un cierto efecto económico negativo sobre los países y una «cara oscura». Estos envíos de dinero están reportando grandes beneficios a la banca y a las multinacionales financieras, que sacan partido del esfuerzo y el trabajo del migrante.

Según los expertos del Banco de España, los envíos al extranjero tienen impacto en el tipo de cambio real de la moneda local a donde se envía estos recursos. La entrada masiva de flujos de remesas puede dar lugar a una apreciación del tipo de cambio real, lo que, a su vez, tenga efectos contractivos sobre los sectores más abiertos a la competencia exterior.  Es decir, al subir el tipo de cambio real, la economía de países vulnerables pierde competitividad y la posibilidad de mejorar su situación a través del comercio exterior. Otro efecto negativo es que las remesas pueden, también en el medio plazo, producir inflación en el país receptor, haciendo que los habitantes vean mermada su capacidad de compra.

El auténtico «lado oscuro» de estas remesas son los elevados costes que supone el envío de dinero.  Las opciones de envío crecen cada día con la ayuda de la tecnología, los móviles y ciertos tipos de pago como tarjetas monedero, que complementan a los canales tradicionales. Para que el dinero llegue a las manos de los destinatarios, los migrantes usan empresas dedicadas al envío de remesas, quienes cobran un porcentaje del dinero enviado en concepto de «costo de envío», que incluye una tarifa inicial y una tarifa de conversión de moneda o tipo cambiario. Es difícil discernir si el valor de estas tarifas corresponde al mercado real de ese día o esta «inflado» por el operador cambiario. 

Aunque los costes son elevados en general en todos los países, la situación es más grave en África Subsahariana. Según el Banco Mundial, donde el envío de remesas tiene el coste más alto del mundo, con una media superior al 8% por transferencia. Para Hispanoamérica el coste medio está estimado en un 6%; para envíos al Norte de África en torno al 6% y un 4% para Asia.  Estas son cifras oficiales que, según los expertos, en la realidad podrían ser superiores.

¿Por qué son más caras en este continente? La razón es clara. Estas transacciones soportan impuestos por parte de los gobiernos locales y las empresas de envío de dinero promueven mecanismos que inhiben la competencia, lo que genera monopolios artificiales e ilegítimos, e incrementa los costes para al inmigrante. Además, en estas regiones hay escasas licencias bancarias concedidas. Son países menos bancarizados que los países de Latinoamérica, donde no están presentes bancos del país donde ha ido el migrante. El BBVA, por ejemplo, está presente en España y en gran parte de los países a los que envían dinero los migrantes hispanoamericanos, lo que facilita que haya que soportar las condiciones impuestas por empresas estadounidenses como Western Union y MoneyGram . Estas dos empresas se reparten dos tercios del mercado en África.

Según un estudio del Banco Mundial, el porcentaje que queda «atrapado» en el trámite de la representa millones de dólares. En EE.UU., según sus cálculos, solo en el año 2022 se perdieron 2.200 millones de dólares, dinero que no se queda en el país donde trabaja el migrante ni llega a sus familiares en su país de origen, sino que queda atrapado en transacciones.

Un negocio muy lucrativo a base del esfuerzo y sacrificio del inmigrante. Debido a los elevados porcentajes del costo de envío de las remesas, la ONU se ha planteado como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que se reduzca el costo de las remesas al 3 % o menos para el año 2030.

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