El 17 de noviembre el presidente de Estados Unidos Joe Biden daba permiso a Ucrania para usar misiles estadounidenses de largo alcance para atacar la Federación Rusa. Tras perder las elecciones contra Donald Trump, parece que el gobierno estadounidense ha decidido tomar una serie de decisiones que complican todavía más el tablero internacional, como el reconocimiento del opositor venezolano Edmundo Gonzalez como presidente electo de Venezuela. El uso por parte de Ucrania de estos misiles ha escalado el conflicto y la reacción rusa no se ha hecho esperar.
Los misiles en cuestión son los MGM-140 ATACMS (siglas en inglés para Sistema de Misiles Tácticos del Ejército). Tienen un alcance de 300 kilómetros y son difíciles de interceptar. Hasta ahora el régimen de Kiev los había utilizado en suelo ucraniano (a excepción de Crimea) contra las tropas rusas, pero ahora gracias a la autorización de EE.UU puede atacar suelo ruso.
El argumento esgrimido por Washington sería la supuesta presencia de tropas norcoreanas, algo que hasta ahora no ha sido demostrado fehacientemente, aunque es cierto que en los últimos meses hemos visto un estrechamiento de relaciones entre Rusia y Corea del Norte, con la aprobación del Acuerdo Estratégico y de Defensa Mutua entre la República Popular Democrática de Corea y la Federación de Rusia, que estipula asistencia militar mutua en caso de agresión entre otras cosas. También podría deberse al fracaso de la ofensiva ucraniana en Kursk iniciada el 6 de agosto, con la mayoría del territorio ganado recuperado por las fuerzas rusas, y a los avances rusos en el sur.
El 19 de noviembre se produjo un ataque con misiles ATACMS en la región rusa de Bryansk, según el Ministerio de Defensa Ruso, el ataque se realizó con 6 misiles, 5 de ellos fueron interceptados y uno dañado, cuyos restos provocaron un incendio en una instalación militar de la región. No hubo víctimas ni daños materiales considerables. El ejército ucraniano afirmó que el ataque se había dirigido contra un depósito de municiones. Un día después otro lanzamiento de 16 misiles, esta vez los Storm Shadow, de procedencia franco-británica impactaron en la región rusa de Kursk. Este segundo tipo de misil tiene un alcance de 250 kilómetros.
Moscú ya había advertido que una acción así provocaría una escalada en el conflicto, por ello momentos antes del ataque del 19 de noviembre, el gobierno ruso aprobó cambios en la doctrina nuclear del país. Ahora, el ataque de un país respaldado por una potencia nuclear será considerado como un ataque conjunto y un objetivo. «Nos consideramos con derecho a usar nuestras armas contra instalaciones militares de aquellos países que permitan usar sus armas contra nuestras instalaciones» fue la advertencia del Presidente ruso.
Rusia respondió el día 22 empleando un misil balístico de alcance intermedio desnuclearizado, es decir con armamento convencional, el RS-26 Rubezh denominado Oreshnik, que impactó en Dnipró. Según dijo Vladimir Putin en un discurso, el objetivo se trató de «un emplazamiento del complejo militar-industrial ucraniano», en el ataque al menos dos personas resultaron heridas. El Oreshnik tiene un alcance de 5500 kilómetros. Según la Vicesecretaria de prensa del Pentágono Sabrina Singh, el ataque fue avisado con 30 minutos de antelación, dato corroborado también por el Portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
Mientras tanto el Presidente Ucraniano Volodimir Zelensky rechaza cualquier propuesta de paz; «Debemos reaccionar. Debemos presionar. Debemos empujar a Rusia hacia una paz real, que sólo es posible mediante la fuerza» declaró. Este martes 26 de noviembre una reunión de emergencia entre la OTAN y Ucrania tratará el nuevo escenario bélico.