El presidente del Gobierno no sabe ni con qué cuenta el país que dice gobernar. Y no es una metáfora: lo dijo en voz alta, tras el apagón eléctrico que dejó sin suministro a miles de hogares el pasado 8 de mayo. En declaraciones públicas tras el incidente, Pedro Sánchez afirmó que «España no tiene uranio». Lo hizo con total tranquilidad, como si no existiera el Libro Rojo del Uranio, publicado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que documenta que España posee una de las reservas más importantes de Europa.
Otra mentira más. Una más en una larga lista. Pero esta, además, retrata a un presidente que niega los recursos de su propio país mientras se arrodilla ante intereses que no son los de los españoles.
El operador nuclear Alfredo García lo explicó sin rodeos:
—¿Has oído eso de que en España no hay uranio? Es mentira, tiene uranio.
Y no poco. García aseguró que las reservas nacionales son suficientes para abastecer nuestros reactores nucleares durante 20 años, y que incluso se podrían construir más centrales. Añadió que existen “varias zonas que pueden ser minadas”, y que los datos provienen de prospecciones ya realizadas, ajustadas a los precios actuales del mercado.
Sin embargo, una norma específica prohíbe la extracción de uranio en España, aprobada bajo el paraguas del llamado “ecologismo” institucional. Y ahí está la trampa: no se puede extraer uranio por su supuesto impacto ambiental, pero sí se permite expropiar a 150 agricultores en Jaén para arrancar 100.000 olivos centenarios y plantar placas solares.
El caso de Jaén es sangrante. Rafael y sus vecinos se enfrentan a la pérdida de su medio de vida para que multinacionales instalen placas en nombre de una “transición ecológica” que solo beneficia a unos pocos.
—Esto es una plaga, denuncia con rabia.
Ese es el ecologismo del Gobierno: fachada ideológica para destruir lo rural, obstaculizar la soberanía energética y rendir cuentas a intereses ajenos. Pedro Sánchez no solo miente: renuncia a lo que es nuestro. Y lo hace con descaro. Pero ya no cuela.