Junto al francés, el Partido Comunista Italiano fue uno de los más grandes de Europa occidental, sobre todo debido a su sacrificado papel en la liberación nacional de su país frente al propio gobierno claudicador ante la Alemania de Hitler. Pero mucho ha llovido desde entonces, y si bien puede parecer precipitado, con el paso de los años se ha constatado que lo que antaño fue el movimiento antifascista ha acabado transmutando en lo que coloquialmente se denomina «mafia antifa», un movimiento censor, intransigente y anclado en un pasado que ni siquiera conoce, bastando con mencionar el acoso infame que este movimiento promovió en contra de la gran Oriana Fallaci. De esta forma los movimientos políticos de base con mayor brío de los últimos años han estado más caracterizados por aquellos de carácter neofascista o nacionalista. A todos se nos vienen a la mente las espectaculares ceremonias en honor a sus caídos de Casa Pound Italia. Pero estos movimientos no han acabado de saber como responder a los tiempos actuales, tal como si hizo el Frente Nacional francés. De esta forma a pesar de los disciplinado y organizado de su militancia, recientes decisiones como su reacción conspiranoica y delirante ante la pandemia, que incluso provocó la escisión de uno de sus grandes líderes, Simone Di Stefano, han hecho que estos movimientos se quedasen estancados como una moda grupuscular más.
Pero en el otro espectro político también estaban sucediendo cosas. Y esto nos lleva a centrarnos en la figura de Marco Rizzo, que en sus propias palabras se suele autodefinir como: militante, periodista y fanático del Torino. El político italiano suele mencionar cuando se le pregunta acerca de sus inicios en la vida política, el ejemplo de las enseñanzas de su padre,. Era obrero de la Fiat, y siempre expresa un profundo aprecio hacia él. Rizzo alternó entre varios grupúsculos tras la implosión del PCI tras la caída del Muro y su transformación en el engendro que es hoy el Partido Democrático. En los años 80 militó en el Partido de la Refundación Comunista, pero desde 2009 recaló en el Partido Comunista, del cual fue Secretario General desde ese año hasta 2023. Rizzo no es un político totalmente outsider si no que ya formó parte de la Cámara de Diputados entre 1994 y 2004, para luego ser miembro del Parlamento Europeo, experiencia que provocó que sus convicciones europeístas se viesen replanteadas. Actualmente milita en el partido de propio cuño «Democrazía, Soberanía popolare», defendiéndose así como un soberanista popular, sin renegar totalmente del comunismo. Así mismo tiene libros que giran en torno a la vigencia del comunismo, como Perché ancora comunisti: le ragioni di una scelta (2007), o una obra sobre la Unión Soviética con motivo del centenario de la creación de la misma (publicado así en 2007), pero sus más recientes obras giran en torno a su apuesta por el soberanismo popular, tales como Il golpe europeo: i comunisti contro l’Unione (2012) o Le ragioni di una scelta. Per una democrazia sovrana e popolare (2024).
De esta forma Rizzo es un escéptico de bandera contra la Unión Europea y contra el proyecto globalista de la misma. La gran parte del discurso de Rizzo es su fuerte crítica al mantenimiento de la guerra en Ucrania, dejando entrever una postura prorrusa, muy común en los ambientes nostálgicos de la URSS de los que procede Rizzo. Pero al mismo tiempo Rizzo tiene un discurso fuertemente patriótico y en defensa del orden. Su crítica a la inmigración es negativa. Recientemente al ser preguntado sobre la polémica de mantener los crucifijos en las aulas, respondió que el era ateo, pero que si estos crucifijos se retiraban para no ofender a los musulmanes, él se oponía, argumentando que Occidente no debía de dictar la forma de vida del resto del mundo, pero tampoco permitir que otros dictasen la nuestra.
Rizzo ya ha ocupado puestos institucionales anteriormente, pero al escucharlo hablar se percibe que no es un político profesional más, y que tiene un bagaje teórico e intelectual notable. Se podría decir así que en gran parte de su discurso es similar a la alemana Sahra Wagenknecht. Rizzo siempre ha expresado que le exasperan los políticos que tienen que leer cuando hacen una exposición de cualquier tipo. Aunque Rizzo se centra más en la crítica a la UE y a la escalada belicista con excusa de la invasión de Ucrania, también es crítico con la inmigración masiva y que las clases medias y autónomos no son los enemigos de los obreros, si no sus aliados a la hora de recuperar la soberanía y el desarrollo de su patria común.
Desconocemos el devenir político que recorrerá Rizzo y si tendrá alguna relevancia en su país, pero al margen de esto su eclosión evidencia que soplan vientos de cambio en Europa, y sea de una forma o de otra cada vez la gente es más consciente y abandona viejos mantras del pasado para remangarse y tratar de solucionar los grandes retos que se nos presentan en nuestros tiempos.