El documental ¿Quién nos protege? está a disposición en distintas plataformas de streaming y video. Narra distintos casos muy concretos de policías nacionales, guardias civiles y policías locales que en actos de servicio han sido atacados, han sufrido graves accidentes o se han visto obligados a usar su arma reglamentaria y las consecuencias que eso ha tenido en su vida y en sus familias. Y como se han sentido arropados por la justicia y por sus propios mandos.
¿Quién nos protege? ha sido producido por la Confederación Española de Policía (CEP), dirigido por Kike Gonzalez (es su primera obra) y rodado por el video periodista Olmo Blanco, reportero independiente que ha sido condecorado por sus trabajos en primera línea de fuego en Ucrania. Fue oficialmente presentado hace unos meses en el programa Horizonte de Iker Jiménez
En ¿Quién nos protege? se cuenta las historias de varios agentes: una policía nacional en una prisión, de un policía nacional destinado en la frontera con Marruecos, dos policías al cargo de la unidad de violencia de género, un policía local en Cádiz, un Guardia Civil también de Cádiz encargado de la lucha contra el Narcotráfico, un policía Nacional que se vio involucrado en disturbios con radicales en San Fermín y el testimonio de una viuda de un Guardia Civil de Tráfico.
Con una duración de 41 minutos, se ve fácil, es fluido en el relato. No va hacia la lágrima fácil o hacia el relato desgarrado y efectista. Los protagonistas cuentan sus casos en los que quieren enfatizar lo desprotegidos que se sienten cuando sufren una agresión y han de defenderse de ella. Pone foco en que, cuando han de defenderse en muchas ocasiones usando un arma, no saben cómo reaccionar temiendo las consecuencias jurídicas.
La primera parte del documental nos cuenta cómo nació su vocación, en muchos casos basado en sus antecedentes familiares, la figura aspiracional para un niño de un policía o la vocación de servicio. También se habla de la preparación física que conlleva, la actualización constante que requiere y de la presión psicológica que conlleva el puesto. Luego se describen los casos, que son muy graves, en los que se vieron apuñalados, arrollados por un coche, golpeados o atacados por los delincuentes con que se enfrentaban. Caso aparte el de la viuda del Guardia Civil que fue atropellado por una conductora que iba circulando a gran velocidad, bajo los efectos de las drogas y sin seguro, mientras el agente estaba ayudando a otro vehículo accidentado.
Cuentan con dolor que, además de los problemas físicos que le acarrearon con secuelas a largo plazo, llegó a una depresión tan profunda que le hizo dormir en las calles preso de la enajenación. No se sintieron arropados por la justicia. En algunos casos los jueces archivan sus causas por falta de documentación. En los casos con juicios, retrasos, inhabilitación hasta la resolución de los mismos, poco apoyo de sus mandos en el momento de la declaración. Se narra cómo en ocasiones se celebró un juicio dado que los delincuentes también sufrieron daños o se produjo la muerte. Y la duda que nos plantean es ¿en estos casos el agente de las fuerzas del orden pesa igual que el delincuente? ¿Deberían estar en la misma posición?
En el documental también aparecen dando su opinión experta en concreto un titular de Juzgado que indica que la ley tiene bastante ambigüedad, que existen lagunas en cuanto a si usar un arma por un policía es comparable a que este arma sea usada por un delincuente. Este experto indica además que no es necesario que nos centremos en casos tan graves, sino situaciones mucho más cotidianas como pegar a un policía, indicando que estos casos solo tienen una multa y dos años de prisión, que nunca se llega a cumplir. Menciona literalmente «sale muy barato pegar a un policía». Se habla también en profundidad de la pérdida de «figura de autoridad» y la clara relación que tiene esto con incrementos en la delincuencia y en la erosión de la convivencia.
Resulta también especialmente duro el testimonio del director del Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, en el que detalla cómo la cifra de suicidios entre los cuerpos de seguridad no deja de incrementarse.
Al final del metraje se cuenta cómo acabaron los casos de los protagonistas, en algunos casos con consecuencias terribles. En la película no se profundiza en otras áreas que también podrían ser interesantes, como el tratamiento que a veces reciben de los medios de comunicación, o cómo los puede percibir la sociedad y si se sienten apoyados El CEP con este documental además de llamar la atención sobre el problema quiere rendir un homenaje a todos los agentes fallecidos en acto de servicio
Más allá del interés humano que nos aportan las historias es una invitación a la reflexión. Los medios sacan de vez en cuando a la luz casos muy notorios como los recientes ocurridos en Cádiz de Guardias Civiles fallecidos en la lucha contra el narcotráfico, pero la realidad del día a día de estas fuerzas permanece oculta, en el año 2022 se registraron más de 20.000 agresiones a trabajadores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Viendo este documental nos quedamos con una frase resonando en nuestra cabeza ¿Cómo nos podemos sentir protegidos si nadie protege a los que nos protegen?
Creo sinceramente, que la FFCCSE deberían hacer un poco de auto crítica, ya que desde hace décadas son ellos los que han impuesto leyes que eliminan de facto la legítima defensa, reprimen protestas por mejorar las condiciones laborales, así como un sistema quefavorece al lumpen a expensas del trabajador, creyendose que no les iba a alcanzar a ellos la situación.
Ahora que les toca a ellos afrontar trabajos sin equipo adecuado y no poder defenderse frente al delincuente, lo que piden son privilegios que los coloquen por encima del pueblo español, y eso es peligrosísimo; mi recomendación para ellos es sencilla: que pidan un marco legislativo justo para todos.
Cuando policías y GC sean nuestros hermanos de clase, solo que con un trabajo especial, yo tengo por seguro que la ciudadanía honrada no tendrá problemas en partirse la cara si hace falta por sus derechos, siendo estos además, los derechos de ellos mismos y de todos; pero tal como lo plantean nadie va a pelear para otro, los derechos que le son negados a uno mismo.
Totalmente de acuerdo , tienen el mismo derecho a llorar que el resto de los españoles que también estamos desprotegidos.
Exacto, se trata de un asunto muy jodido, para ellos y para nosotros, y lo que está claro es que con estos enfoques actuales la cosa no se va a solucionar.