30 de julio de 2025

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Sánchez no se va: blindaje político hasta 2027 mientras crece el malestar social

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Madrid, 29 de julio de 2025 — Pedro Sánchez ha comparecido este lunes en La Moncloa para ofrecer un triunfalista balance de legislatura que contrasta abiertamente con los datos que preocupan a millones de españoles: inflación persistente, precariedad laboral disfrazada de “empleo récord”, y una sociedad cada vez más polarizada y dependiente de subsidios estatales.

Con una escenografía medida y un discurso plagado de eufemismos, el presidente del Gobierno ha afirmado que “España está mejor que hace un año”, y ha prometido “seguir hasta 2027”, anunciando incluso que ya prepara los Presupuestos Generales de 2026. Sin embargo, la letra pequeña de sus palabras revela otra cosa: autocomplacencia, propaganda electoral y un alarmante desdén hacia la oposición, los ciudadanos críticos y la propia verdad.

Un país “mejor” con salarios congelados y alquileres imposibles

Sánchez alardeó de que la “renta disponible real” de los hogares ha crecido un 9 % desde 2018. Lo que no mencionó es que ese dato ignora la pérdida de poder adquisitivo acumulada por la inflación desde 2020, que ha dilapidado los ahorros de las clases medias y empujado a miles de familias a la dependencia crónica de ayudas estatales. El empleo, en palabras del presidente, atraviesa su mejor momento histórico, pero los contratos “indefinidos” encubren jornadas parciales, salarios por debajo del umbral de pobreza y temporalidad camuflada.

Mientras tanto, sectores clave como la vivienda siguen colapsando. La “ayuda al alquiler joven” anunciada no resuelve la raíz del problema: la falta de oferta, la inseguridad jurídica para propietarios y el intervencionismo ideológico que ha paralizado el mercado.

Diálogo con fugados y desprecio a la mitad del país

Uno de los momentos más significativos del discurso fue su mención explícita a la posibilidad de reunirse con Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española. Lejos de cerrar heridas, Sánchez insiste en su política de normalización del separatismo catalán, apoyado por socios parlamentarios que rechazan abiertamente el marco constitucional.

El presidente, que gobierna gracias a una amnistía inédita y polémica, trató de revestir su debilidad parlamentaria como “capacidad de diálogo”. Pero la realidad es que ningún presidente del Gobierno había dependido hasta ahora de partidos cuyo objetivo declarado es destruir el Estado que los financia.

Crisis internacional y política exterior ideológica

En política exterior, Sánchez calificó de “vergonzosa” la situación en Gaza y anunció envíos de ayuda humanitaria a Palestina. Ni una sola mención al secuestro de cooperantes israelíes por parte de Hamás, ni a los vínculos de dicho grupo con actores que España, bajo su Gobierno, se niega a condenar con claridad. Una vez más, la diplomacia socialista se alinea con la retórica de ciertos gobiernos populistas latinoamericanos y se aleja de los aliados tradicionales de Europa.

Un Gobierno en campaña permanente con aires de superioridad

Sánchez no dudó en cargar contra el Partido Popular y su líder, Alberto Núñez Feijóo, acusándolos de “derogar lo que funciona” y de vivir en una campaña electoral permanente. Resulta irónico que quien ha sobrevivido políticamente mediante elecciones anticipadas, indultos políticos y propaganda institucional acuse a la oposición de hacer política.

Conclusión: propaganda, no balance

El discurso de Pedro Sánchez ha sido, en realidad, un manifiesto electoral disfrazado de comparecencia institucional. Un texto vacío de autocrítica, inflado de medias verdades, y dirigido más a reforzar su figura personal que a ofrecer soluciones reales a los problemas de los españoles.

Mientras el presidente habla de estabilidad, miles de familias sienten incertidumbre. Mientras él repite que “España va bien”, la desafección, el descrédito institucional y la fractura social aumentan. El Gobierno podrá agotar la legislatura. Lo que ya ha agotado es la confianza de una parte creciente del país.