4 de diciembre de 2025

Desde que los islamistas de Hayat...

Prosigue el genocidio contra las minorías en Siria

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Desde que los islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) tomaron el poder en Siria en diciembre del año pasado, las diferentes minorías religiosas han sufrido una persecución y exterminio sistemáticos. La caída del gobierno de Bashar Al Assad, producida por una ofensiva de fuerzas rebeldes islamistas y proturcas  desde la región de Idlib, y facilitada por la traición rusa y los bombardeos israelíes han marcado un antes y un después en Siria.

El anterior estado aconfesional y la anterior sociedad multiconfesional es solo un buen recuerdo. Cristianos ortodoxos, cristianos católicos, alauitas, drusos y todo aquel que no sigue el islam suní riguroso es perseguido, amenazado y asesinado. 

Lo paradójico de todo es que con el anterior gobierno, que defendía la libertad de culto y perseguía a los islamistas, la Unión Europea impuso a Siria duras sanciones, y que ahora esten levantadas gran parte de las mismas desde el 28 de mayo con el actual gobierno islamista. Estas sanciones sumadas a las impuestas por Estados Unidos con la conocida Ley César contribuyeron a que ahora gobiernen los islamistas. 

Ahmed al Shara, actual presidente de Siria, pese a haber sido un destacado líder del Frente al-Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria, se ha estado reuniendo con líderes europeos como Pedro Sánchez o hasta con el presidente estadounidense Donald Trump estos últimos meses. Mientras tanto su gobierno masacra a la población civil. Han habido varias oleadas de violencia desde que los islamistas tomaron el poder. 

La primera oleada de violencia se produjo al caer el anterior gobierno en diciembre, cuando los rebeldes ahogaron a los antiguos partidarios del Partido Baaz y otras organizaciones afines en un baño de sangre. La segunda se produjo entre el 6 y el 11 de marzo de este año. Tropas leales al anterior gobierno baazista realizaron ataques contra las fuerzas armadas islamistas en la región costera de Siria, donde se encuentra la ciudad de Latakia. Esta región es una región tradicionalmente alauita, una minoría religiosa que profesa una religión sincrética. 

En aquellos días, Ghayth Dallah, ex-oficial de la Cuarta División del Ejército Árabe Sirio (EAS), anteriormente dirigida por Maher Al Assad, anunció la creación del Consejo Militar para la Liberación de Siria. Tras varios ataques contra las fuerzas islamistas y tras tomar temporalmente los edificios administrativos de Latakia y Jableh, el gobierno de HTS lanzó una contraofensiva. La abrumadora superioridad numérica, engrosada por combatientes extranjeros de diversos orígenes, venció a los remanentes baazistas. La violencia se dirigió entonces hacia la población civil alauita y cristiana de la región. Se calcula que murieron entre 1.400 y 1.600 personas, la mayoría civiles. 

Circulan numerosos vídeos que dan fe da las atrocidades ocurridas, y que pese a que desde los medios afines al gobierno islamista se pretendan achacar a la resistencia, la realidad es que la autoría pertenece a las hordas islamistas. Mientras tanto la comunidad internacional y el llamado Occidente guardaron silencio. Muchos civiles intentaron refugiarse en las bases rusas de Tartus y Jmeimim en un intento desesperado por librarse de la muerte. 

Las manifestaciones de cristianos, alauitas y de otras minorías religiosas exigiendo liberación de rehenes y el fin de las persecuciones han sido una constante en la nueva Siria. 

Una tercera oleada de violencia puso el foco en el enfrentamiento de las fuerzas gubernamentales con los drusos de Suwayda, al sur del país. Los drusos son otra minoría religiosa ocultista y sincrética. La violencia estalló con motivo de los atropellos sistemáticos de las fuerzas del nuevo gobierno sirio. Las muertes producidas por estos enfrentamientos y por la represión sectaria oscilan entre los 1.260 y 1.448 personas. 

Paralelamente, a lo largo de todo el verano, los islamistas se han dedicado a provocar incendios en la región costera de Siria para castigar a la población alauita y cristiana, así como a destruir diversas propiedades, como coches y viviendas. Otros sucesos como el atentado en la Iglesia de Mar Elías en Damasco, que acabó con la vida de 30 cristianos, han marcado el nuevo día a día. 

Recientemente las manifestaciones pacíficas contra las persecuciones, como la del pasado martes 25 de noviembre, fueron respondidas con disparos por parte de las autoridades en Latakia. Los sirios reclaman el cese de las hostilidades contra las minorías, la liberación de rehenes y demandas federalistas. Se sucedieron protestas en ciudades como Tartus, Latakia y Homs bajo el llamamiento del líder espiritual alauita Ghazal Ghazal.

La situación en Siria es muy complicada para las minorías religiosas, especialmente para cristianos, alauitas y drusos. El país vive entre las ambiciones territoriales de Turquía e Israel. Dentro conviven distintas facciones y una incipiente resistencia armada. Por el momento se calcula que el régimen islámico ha causado la muerte a más de 11.000 personas según Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización favorable a los islamistas desde el inicio de la guerra en 2011, por lo que los datos pueden ser superiores. 

Mientras tanto en Europa, concretamente en Alemania, han sido frecuentes concentraciones de «refugiados» sirios pro islamistas que cantaban consignas contra las minorías religiosas del país, apoyando el exterminio. Las más recientes se produjeron en Dortmund, pero también se han dado en otras ciudades como Hamburgo o Berlín.