Sudán lleva desde el 15 de abril de 2023 sumido en un encarnizado conflicto civil entre el gobierno y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). La situación está siendo dramática debido al constante bloqueo de ayuda humanitaria y al hambre que azota al país.
Sudán estuvo gobernado con mano de hierro por el presidente Omar Al Bashir, que llegó al poder mediante un golpe de estado en 1989, hasta ser derrocado en 2019 mediante otro golpe de estado, en medio de grandes protestas civiles. Su gobierno se caracterizó por el autoritarismo, el apoyo al islamismo –llegando a acoger a Osama Bin Laden y a Al Qaeda– y por la arabización y la supremacía de los árabes sobre las etnias negras. Durante su mandato se desarrolló la segunda Guerra Civil sudanesa (1983-2005) que finalizó con la independencia de Sudán del Sur de mayoría cristiana y animista, y el conflicto armado y genocidio de Darfur iniciado en 2003, en el cual 300.000 personas perdieron la vida y 2 millones y medio fueron desplazadas.
En 2019, en medio de grandes protestas por la mala situación del país, se produjo un golpe de estado que derrocó al presidente Omar Al Bashir. Nació un nuevo gobierno de transición civil y militar: el Consejo Soberano, compuesto por el Consejo Militar y la Alianza por la Libertad y el Cambio. A la cabeza de la parte civil del nuevo gobierno estuvo Abdalla Hamdok como Primer Ministro, y de la parte militar estuvo Abdelfatah Al Burham como Presidente del Consejo Soberano de Transición. Como vicepresidente estuvo Mohamed Dagalo «Hemedti».
En 2021, antiguos militares lealistas del depuesto régimen de Omar Al Bashir intentaron dar un golpe de estado que fracasó. Las relaciones entre la parte civil y la militar fueron tensas y se produjeron muchos desencuentros y disputas, la diarquía civil y militar finalmente se rompió en 2021 tras un nuevo golpe de estado, esta vez por parte de los militares del gobierno de transición. La sociedad civil inició grandes protestas sociales duramente reprimidas. Al mismo tiempo, los diversos grupos rebeldes de Darfur comenzaron a desconfiar de la nueva situación y a protestar. El Primer Ministro Hamdok fue detenido, volviendo al cargo tras un acuerdo con los militares, pero dimitió a inicios de 2022. Las relaciones entre el nuevo gobierno y la población se deterioraron gravemente, en 2022 el gobierno decretó el estado de emergencia.
Llegamos a 2023, año de inicio de la guerra entre las RSF y el ejército sudanés, pero ¿Qué son las Fuerzas de Apoyo Rápido? Son una fuerza paramilitar que surgió durante la guerra de la región de Darfur, en la que las RSF estuvieron implicadas en la dura represión de los diversos grupos que luchaban contra el gobierno. La base sobre la que se creó fueron las milicias árabes yanyauid, que se destacaron en su participación del genocidio de Darfur. Situado en el suroeste sudanés, Darfur ha sido una región pobre y marginada con escasos recursos sobre los que se generan disputas étnicas y tribales por su control, sometida a un proceso de arabización forzada en detrimento de las etnias negras. Su líder es el anteriormente mencionado vicepresidente «Hemedti».
Existieron tensiones entre Hemedti Abdelfattah Al Burham sobre cómo llevar a cabo la transición, que culminaron en el intento del Presidente de disolver las Fuerzas de Apoyo Rápido dentro del ejército para eliminar su influencia política.
La contienda comenzó cuando, el 15 de abril, las RSF se desplegaron en puntos clave sin autorización del gobierno. En respuesta el ejército sudanés comenzó a combatir a las fuerzas de la RSF. Ese mismo mes, el país vecino Chad cerró su frontera con Sudán.
La lucha está devastando el país, convirtiéndolo en un erial. Ambos grupos bloquean la llegada de ayuda humanitaria destinada a paliar el hambre y e cometen todo tipo de atrocidades ante las cuales los medios de comunicación guardan silencio.
Los actores internacionales toman su parte, las fuerzas armadas sudanesas reciben apoyo de países como Egipto, Rusia y Turquía, las RSF reciben apoyo de Emiratos Árabes Unidos.
En medio de la carnicería, las fuerzas civiles agrupadas en las Fuerzas para la Libertad y el Cambio (FCC) mantienen las distancias entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido. Se trata de un frente político amplio que busca una salida a la guerra. De la misma manera, grupos armados como el Movimiento de Liberación de Sudán o el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán mantienen territorios por cuenta propia frente a las fuerzas de Hemedti y Burhan.
Hay otra cuestión todavía más inquietante en este conflicto: el resurgimiento de la limpieza étnica en Darfur. Esta región, en manos de las RSF, vuelve a padecer el genocidio de los árabes contra las etnias negras como los masalit. El aislamiento y el bloqueo de la ayuda humanitaria empeora la situación y se prevé que el genocidio se desarrolle ante el silencio internacional y periodístico, pues la prensa no tiene acceso a la zona.