A mediados de este mes de enero Turquía ha atacado 29 objetivos en territorio kurdo en Siria e Irak, ofensiva llevada a cabo como represalia a la muerte de varios soldados turcos, por los cada vez más constantes enfrentamientos entre milicias kurdas y el ejército turco en la zona. Situación similar ocurrió el día 23 del pasado diciembre, cuando otro enfrentamiento acabó con el bombardeo de territorio kurdo. Estos enfrentamientos y ataques forman parte de la Operación Garra y Espada que lleva a cabo el régimen turco desde abril de 2022, con el objetivo (según la versión oficial turca) de luchar contra el terrorismo kurdo en la región, principalmente contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), reconocido como organización terrorista por Turquía y sus aliados occidentales.
El estado turco también acusa al Partido de la Unión Democrática Kurda y a su brazo armado, YPG, principal miembro de la Fuerzas Democráticas Sirias que administra a día de hoy el noreste de Siria, de colaborar con el PKK, sirviendo así como excusa para justificar la represión de las poblaciones de mayoría kurda.
La estrategia de señalar vinculaciones con grupos terroristas para justificar la represión del pueblo kurdo no es nueva para Erdogan. En una operación anterior, lanzada en el 2018 por Turquía, la Operación Rama de Olivo, se sirvió de las supuestas vinculaciones del PKK con las organizaciones de la zona para ocupar territorio en manos de la Fuerzas Democráticas Sirias. Invasión que se incrementó en octubre de 2019 con la salida de las tropas estadounidenses del país con una nueva operación del régimen turco, Operación Manantial de la Paz, sobre la que varias organizaciones internacionales denuncian crímenes de guerra contra la población kurda, acusando al ejército turco y sus aliados de bombardear zonas residenciales, infraestructuras civiles esenciales, de asesinatos de civiles y periodistas…
El esquema de represión se repite para la población kurda dentro del territorio de Turquía, donde el régimen cierra varios canales de televisión y los principales partidos kurdos son prohibidos por sus supuestas vinculaciones con el PKK. Así se ilegalizó el Partido de la Sociedad Democrática en el 2008, sucedido por el Partido Paz y Democracia pero que, debido a su persecución política, ya que muchos de sus militantes estaban encarcelados sobre la base de una ley antiterrorista aprobada en 2006 contra el PKK, se decidió el traspaso de su militancia al actual Partido Democrático de los Pueblos. El ahora principal partido kurdo sigue siendo objeto de persecución por parte de la autoridad turca, situación que se recrudeció en las pasadas elecciones donde se debatió su ilegalización, sufriendo inhabilitaciones de candidatos y el arresto de unos 150 miembros.
Las actuaciones de Turquía en Siria contra el territorio de las Fuerzas Democráticas Sirias no agradan a todos sus aliados, principalmente los Estados Unidos que considera que el debilitamiento de las fuerzas kurdas beneficia al régimen de Bashar al-Ásad y, por otro lado, lo califica de un paso atrás en la lucha contra el ISIS (como anunció el departamento de defensa estadounidense en un comunicado reciente) ya que las milicias kurdas han sido y son fundamentales para frenar al Estado Islámico en la región.
Pero el gobierno norteamericano tiene las manos atadas para tratar de frenar la escalada de violencia en la zona porque depende en gran medida del apoyo de Erdogan en la OTAN y además frenaría la adquisición de aviones de combate estadounidenses F-16, que esta misma semana les han comprado cuarenta por un valor de 23.000 millones de dólares.