12 de septiembre de 2025

Recientemente, La Moncloa difundió un mensaje...

Una subida encubierta del IRPF a través de la inflación

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La inflación no solo erosiona el bolsillo de los ciudadanos a través del encarecimiento de bienes y servicios. También opera de manera silenciosa sobre el sistema tributario. Cuando los salarios nominales crecen únicamente para compensar el aumento del IPC, los contribuyentes pueden acabar pagando un tipo medio más alto en el IRPF sin haber ganado poder adquisitivo real. Este fenómeno es lo que los economistas denominan progresividad fría.

En la práctica, esto significa que un trabajador que recibe una pequeña subida salarial puede verse obligado a tributar como si ganara más de lo que realmente gana. Al entrar en un tramo superior, el último tramo de su sueldo pasa a tributar a un porcentaje mayor: ese es el llamado tipo marginal. No se trata de que toda su renta se grave a ese tipo, sino solo la franja adicional, pero basta para encarecer la factura fiscal global.

Deflactación de tipos: la medida ausente

La solución técnica a este problema es la deflactación de los tipos impositivos, es decir, ajustar los tramos de la tarifa del IRPF a la inflación. Suponiendo, por ejemplo, una inflación del 5%, quienes vean crecer su salario en ese mismo porcentaje seguirían tributando en la misma proporción que antes de esa subida nominal, evitando que la inflación provoque un salto artificial de tramo.

Sin embargo, el Gobierno español ha evitado aplicar esta deflactación. En su lugar, ha optado por ampliar la reducción por rendimientos del trabajo, que pasa de 6.498 euros en 2024 a 7.302 euros en 2025. Este mecanismo alivia la carga fiscal de los contribuyentes con rentas más bajas, pero presenta un límite: la reducción va decreciendo y desaparece por completo a partir de los 19.747,5 euros de ingresos brutos anuales.

Tipos marginales desorbitados para rentas bajas

El efecto colateral de este diseño es un incremento notable de los tipos marginales. Como señaló Ángel de la Fuente en un análisis para FEDEA (Boletín nº 19, noviembre de 2022), un aumento nominal del salario puede elevar la tributación no solo por el salto de tramo, sino también por la pérdida progresiva de esa reducción.

Un estudio de ESADE EcPol (febrero de 2023) advertía que, en algunos casos, los tipos marginales para rentas bajas podían alcanzar hasta el 43%, una cifra difícilmente justificable en términos de equidad.

Una subida silenciosa de la presión fiscal

Más allá de estos efectos técnicos, la realidad es que la carga tributaria sobre los hogares ha crecido en los últimos años. Según los cálculos de Desiderio Romero, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos, la carga media real del IRPF en 2024 alcanzó un índice de 114,4 (base 100 en 2008), mientras que la renta neta media real por hogar apenas llegó a 95,7 en el mismo periodo. En otras palabras: el español medio era más pobre en 2024 que en 2008, pero pagaba más impuestos.

Una reforma pendiente

La conclusión resulta evidente: eludir la deflactación de los tipos del IRPF genera un incremento encubierto de la presión fiscal, especialmente gravoso para las rentas medias y bajas. Además, el parche aplicado por el Ejecutivo, lejos de resolver el problema, introduce nuevas distorsiones y penaliza con tipos marginales excesivos a quienes menos margen tienen para soportarlos.

En un contexto de pérdida sostenida de poder adquisitivo, la justicia fiscal exige que se acometa una deflactación real de los tramos del IRPF, evitando así que la inflación se convierta en un impuesto invisible que golpea, sobre todo, a quienes ya soportan con más dureza el encarecimiento del coste de vida.