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El dilema entre la privacidad y la seguridad

“...Google tiene fotos del salón de mi casa.”

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Hace unos días leía una noticia acerca de un movimiento de protesta surgido en Londres como consecuencia de la ampliación de la ZBE a 32 distritos de la ciudad, prácticamente la totalidad de Londres. Este movimiento de protesta estaba protagonizado por un grupo de habitantes de la ciudad autodenominados como “Blade Runners”. Sus acciones de protesta se basan en el ataque directo a la infraestructura punitiva de la ZBE, en concreto a sus cámaras de control de vehículos.

A raíz de esta lectura me vino a la cabeza la cantidad de cámaras que existen a nuestro alrededor. Están por todas partes, también en los centros de trabajo. Por “seguridad”, como trabajadores, nos vemos sometidos a un control absoluto y diario. En muchas empresas se están instaurando sistemas de control y seguimiento que llenan de datos e informes las mesas de los jefes que los consultan, con la única intención de aumentar la producción y los beneficios. Sin pararse a pensar ni un segundo en el trabajador y suponiendo que son máquinas. Como si quisieran ajustar un motor para sacarle más rendimiento. 

Estas herramientas suponen además un aumento en las tareas del empleado, puesto que requieren de registros en tiempo real de las actividades que se están desarrollando. Si existe algún fallo hay que crear un informe de incidencia. Si un trabajo no se termina en el tiempo previsto hay que crear un informe de justificación.  Es decir, para aumentar la producción del empleado se le proporciona un sistema que aumenta sus tareas pero con el objetivo de reducirlas. Muy lógico. 

Gracias a la situación laboral que vivimos los datos de estos informes siempre se falsean en beneficio de la empresa. Si un operario ha necesitado una hora extra para finiquitar un trabajo se le pedirá que en la aplicación de seguimiento ponga su hora habitual de salida o que lo haga en tiempo real y continúe trabajando hasta que acabe, con objetivo de ahorrarse la remuneración de la hora extra por supuesto y que se queje el que pueda. Esta situación provoca además otros perjuicios al empleado, por ejemplo, en caso de accidente en esa hora extra, la empresa tendrá el dato de que el trabajador estaba realizando sus funciones fuera de su jornada habitual, ¿y por orden de quién? eso en cambio, no constará en ningún sitio y parecerá que ha sido bajo la responsabilidad del propio operario. Como resultado el empleado queda aún más desprotegido laboralmente.

En el ámbito más personal, muchas personas no son conscientes ni remotamente, y del porcentaje de gente que es consciente, en muchos casos no lo son sobre cuán controlados están. Mediante el dispositivo telefónico de un individuo es posible localizar su posición o consultando el extracto bancario de sus compras puede saberse en qué lugares ha estado.

Hasta ahora teníamos la tranquilidad de estar a salvo de este control en el interior de nuestros hogares. En los últimos años el aumento de circuitos internos de cámaras controlados de manera remota ha supuesto la apertura de nuestros hogares a internet. Pero si piensas que no tienes que preocuparte de esto porque no existen cámaras en tu hogar estás en un error. Mediante la cámara del teléfono estamos igualmente expuestos. He comprobado personalmente cómo puedo ajustar mi posición mediante Google Maps con la cámara en el salón de mi casa, eso sólo significa una cosa, en su base de datos Google tiene fotos del salón de mi casa. Hasta ese punto llega el control.

Lo cierto es que esto no viene de ahora, el control sobre el individuo y el espionaje siempre ha existido, pero ahora está rozando la perfección, con los peligros que ello supone. Empecé a ser consciente de esto hace años mediante un video de charlas TED. Hablaba del caso de un miembro del partido verde alemán que se le ocurrió solicitarle a su compañía telefónica que le mandaran todos los datos que tenían de él. Aunque tuvo que demandar a la compañía para conseguirlo, finalmente le mandaron los datos que poseían sobre él en un período de tiempo de meses, codificados por supuesto. Tras solicitar ayuda a una agencia de datos y cruzando con otros datos públicos del miembro del partido verde, como sus redes sociales, consiguieron crear un diario de los últimos meses con todos los movimientos realizados por esta persona. Dónde y cuándo había estado en todo momento, las veinticuatro horas del día. No hace falta pensar durante mucho tiempo para darse cuenta de que si esto lo haces con los datos del resto de personas a parte de saberse dónde y cuándo has estado, también puedes enterarte de con quién.

Cámaras, micrófonos, los datos que dejamos mediante nuestro denominado rastro digital… Todo ello supone una radiografía y una descripción completa de cada individuo. Todos los datos digitales son trazables y se pueden rastrear. Esto no tiene importancia para el grueso de la población, somos individuos anónimos sin ningún interés mediático, es decir, no existe ningún interés por nuestras vidas privadas. Pero, ¿y si dejaras de ser anónimo?¿y si te convirtieras en el adalid de una noble causa? ¿Cómo de fácil sería desprestigiarte o utilizar aspectos privados de tu vida en tu contra? ¿Crees que las manos que ostentan el poder no usarían todo lo que pudieran para seguir en la misma posición de poder? Todo lo que se necesita ya está guardado en una base de datos de alguien para cuando eso suceda.

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