Según ha querido destacar el departamento dirigido por el ministro Marlaska, la población penitenciaria extranjera cayó un 31,4 % desde 2009, cuando suponían el 35,9 % del total. Pero la realidad es que, desde 2017 hasta agosto de este año incluido, los presos extranjeros han pasado del 28,1 % al 31,6 %. Esto significa que, en estos últimos cuatro años, el número de reclusos extranjeros ha aumentado en 2.617, más del doble que el incremento de los presos españoles en el mismo periodo, ya que estos fueron únicamente 1.140 .
Evidentemente, este departamento no hace hincapié en la cantidad de nacionalidades que se han regalado en estos últimos años, o en la cantidad de jóvenes de origen extranjero que han nacido en España y no se han asimilado al país, por lo que la cifra real de extranjeros que forman la población penitenciaria de España es mucho mayor.
Hay otro dato relevante del que podemos obtener una proyección en el tiempo. De los 947 reclusos que se sumaron al sistema penitenciario español respecto al año anterior, 935 fueron extranjeros, y tan solo 12 de ellos fueron españoles, lo que supone que más del 95% de los presos que ingresaron en prisión el año pasado y continúan encerrados son inmigrantes.
La nacionalidad marroquí es la que ocupa el mayor número de reclusos, con un 36,2% de los presos extranjeros. Uno de cada tres presos extranjero procede del reino alauita. Cataluña cuenta con el mayor porcentaje de presos extranjeros, un 50,48 % del total de reclusos, y en los delitos sexuales llega alcanzar un 64,2 %. Y otra vez los presos de nacionalidad marroquí vuelven a ser los más representados en esta comunidad.
Por último, muchos funcionarios han denunciado el mal comportamiento de diferentes nacionalidades dentro de las prisiones. Reportan que los presos de nacionalidad georgiana, argelina y marroquí hacen caso omiso a las órdenes de funcionarias mujeres, siguen manteniendo costumbres que van en contra de las normativas de prisiones o no cumplen con las condiciones de higiene que se les exigen. Unos hechos que cada vez se repiten más y crean más tensión entre presos y funcionarios.