El pasado miércoles 8 de noviembre la Comisión Europea daba un paso decisivo en la integración de Ucrania en la Unión Europea al recomendar la apertura del proceso de adhesión, poco más de un año después de que se le concediese la condición de país candidato en junio de 2022.
Esta sería la primera vez que la Comisión recomendaría al Consejo Europeo iniciar las conversaciones formales de adhesión con un país que todavía no ha cumplido plenamente las condiciones previas establecidas por el mismo Consejo en junio del año anterior. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, incluso felicitó a Ucrania por completar «más del 90% de las reformas necesarias» cuando «está librando una guerra existencial». El anuncio fue recibido con entusiasmo por parte del presidente Zelensky, que calificó el avance de «histórico».
La decisión final sobre las recomendaciones, sin embargo, deberán tomarla de manera unánime los 27 países miembro actuales de la Unión Europea en su cumbre de diciembre.
Las perspectivas de futuro en el proceso de adhesión
Pese a las positivas palabras de Von der Leyen, los procesos completos de inclusión en la Unión Europea suelen ser lentos y tediosos, alargándose normalmente a lo largo de más de una década. Y Ucrania, en lo que a criterios objetivos estrictamente se refiere, está lejos de ser una excepción.
En el informe publicado el miércoles pasado, la Comisión Europea remarcaba aquellos aspectos en los que el gobierno de Zelensky debía seguir trabajando: endurecer la lucha contra la corrupción y el blanqueo de dinero, seguir con la reforma del sistema judicial, en especial la forma en la que se eligen los jueces del Tribunal Constitucional, garantizar los derechos de las minorías y aprobar nuevas leyes que permitan acabar con la influencia de la oligarquía en las instituciones públicas.
Pese a ser un enclave geopolítico relevante para los intereses europeístas, la situación bélica actual de Ucrania con Rusia es un obstáculo significativo. En este contexto es más probable que se quebranten los avances en cuanto a los criterios básicos de adhesión, y algunos directamente sean imposibles de cumplir. Una supuesta incorporación de Ucrania a la UE mientras dure el conflicto con Rusia, seguiría unas motivaciones más convenientemente políticas y estratégicas que objetivas en comparación a los demás candidatos actuales.
Las características estructurales de Ucrania tampoco facilitan el proceso: su gran tamaño, su numerosa población y una economía e infraestructura devastadas por la guerra requieren de grandes reformas institucionales, presupuestarias y de financiación en la Unión Europea. No es una tarea nada sencilla para el bloque europeo, y sin embargo aún no se ha puesto en marcha ningún esfuerzo para realizar dichas reformas.
Las vigentes disputas entre los diferentes Estados de la UE y las sanciones que han recibido los últimos miembros incorporados, Hungría y Polonia, por violar «los valores fundamentales del bloque», son algunas de las demás razones de peso para tomar una posición más prudente en las futuras negociaciones con Ucrania, pues su entrada podría acabar de desestabilizar la Unión y dificultar aún más su capacidad para tomar decisiones.
La insistencia y celeridad por parte de Ucrania para entrar en la Unión Europea serán los principales puntos fuertes del gobierno de Zelensky en el proceso de adhesión. No obstante, las reglas y tempos de juego están bajo control absoluto de los 27 miembros de la UE, quienes tienen la última palabra en las negociaciones.