sábado, enero 18, 2025

Fallaci y la guerra contra el islam

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Valentía, pundonor y firmeza. No hay mejor ejemplo de mujer dura y empoderada que Oriana Fallaci, pero no veréis que las feministas hablen de ella o la reivindiquen en ninguna situación. Fue miembro de la resistencia antifascista italiana, se enfrentó a Jomeini por los derechos de las mujeres, criticó a quien fuera si era justo y necesario, no importándole si con ello perdía trabajos u oportunidades de otro tipo. Evolucionó ideológicamente con el tiempo, pero siempre se mantuvo firme en lo que defendía.

Fue una feroz crítica de la izquierda actual, su libro La Fuerza de la Razón fue publicado en 2004, por lo que conocía de sobra la izquierda que seguimos padeciendo en a la actualidad. A la cual no solo llamó traidora, sino que, además, tildó de colaboracionista con el islam y con la destrucción de Occidente. Señalando sus posiciones infantiles y vacías que le hacen el juego a los enemigos de los trabajadores y de los pueblos libres. Para ella la izquierda del siglo XXI ya no era izquierda ni era nada.

Siempre he hablado de la quinta columna que tenemos en España y en Europa con el problema migratorio y el islam. Me refiero a aquellos autóctonos blancos que se avergüenzan de lo que son y pasan a defender políticas que suponen la destrucción de lo que somos: nuestra cultura, identidad, tradiciones e historia. Fallaci no duda en llamarlos colaboracionistas, igualándolos con los nazis que ella ayudó a combatir en los años cuarenta. Tiene razón, están colaborando con aquellos que quieren convertir nuestro país en un califato o en un territorio desarraigado y degradado. Ninguna opción me parece buena. Son los que contribuyen a la imposición del pensamiento único y de la dictadura de lo políticamente correcto.

Fallaci plantea algo que comparto y me parece de especial relevancia. Occidente ya está en guerra con el islam, pero todavía no lo sabe. Cada vez vienen más y tienen más hijos (sufragados por nosotros). Además, se niegan a integrarse o asimilarse por cuestiones de fe, les llega financiación de las dictaduras islámicas, llevan a cabo una sustitución étnica y proliferan los grupos armados y los atentados yihadistas… el conflicto es innegable.

Cada vez que una mujer europea es violada por uno de estos energúmenos, que se comete un crimen de honor, un matrimonio forzoso, robos diarios, ataques a nuestra cultura, atentados terroristas, reclutamiento de fundamentalistas, llegadas masivas de inmigrantes ilegales, entre otros episodios infames, se están cometiendo actos de guerra que deberían tener respuesta.

¿Pero por qué no se da cuenta Occidente de que está en guerra? Por la alienación, la industria de la lobotomización social funciona a pleno rendimiento. Redes sociales, películas, control de la educación, etc. Blanquean el problema y señalan como racista e islamófobo a todo aquel que plante cara. La dictadura de lo políticamente correcto funciona a pleno rendimiento. El fomento del individualismo ha llevado a una separación de la persona de cualquier identidad colectiva, un aislamiento que le hace frágil ante cualquier reto que deba emprender.

Además, ellos están cohesionados, son violentos y están dispuestos a hacer lo que sea por imponerse. A mí las amenazas me llegan semanalmente, este mismo año he sufrido varios ataques por parte de estos integristas, y la situación no va a mejorar. Se creen superiores a pesar de la evidencia de cómo están sus países de origen y su propia realidad aquí, que desmiente cualquier posibilidad de que sea así.

La situación que las grandes empresas y los políticos a su servicio, en especial los de la Unión Europea, han creado es de difícil resolución. Los islamistas no van a entregar sin luchar lo que gratis les han dado, como ya he dicho, la guerra ya existe, es hora de asumirlo, enfrentar a los colaboracionistas y tomar las medidas necesarias para salvar a nuestros países. Fallaci era optimista antes de morir y afirmaba que todavía había esperanza, sin duda podemos volver a sobreponernos a la barbarie que intenta volver a subyugarnos y constituir Eurabia.

3 COMENTARIOS

  1. A propósito de «Fallaci y la guerra contra el islam»

    Tal vez es exagerado decir que «estamos en guerra» contra el Islam, a no ser que entendamos la guerra en sentido metafórico, pues falta movimiento de tropas, además de la disposición estratégica para el combate.

    Pero tal vez sea peor, que es lo común, no ver el peligro que acecha entre nosotros y presumir de compadrear con el Islam y, aún sin querer, con el Islamismo que el Islam genera. A este paso ya será tarde para declararle la guerra al enemigo y defendernos, y hasta para batirnos en retirada hasta la cueva de la Santina.

    La experiencia enseña que el diálogo interreligioso da buenos frutos, como la del Parlamento Mundial de Religiones iniciada en 1893, siempre que haya intelectuales dispuestos a liderar el diálogo, como en los años noventa del siglo pasado lo fue el teólogo suizo Hans Küng. Ahora no los hay o, si los hay, no se les conoce, pues no aparecen en los medios de comunicación y sí los más fanáticos, integristas y fundamentalistas o los típicos apóstoles del buenismo más bobalicón y políticamente correcto. Lástima que falte reciprocidad y que la mayoría de los jefes de las grandes confesiones religiosas no parece que hayan querido insistir por esa vía.

    Por enfermedad, Hans Küng se retiró de la vida pública y el Papa Benedicto XVI (el gran intelectual Joseph Ratzinger) causó un gran revuelo cuando defendió la necesidad de la Filosofía y le leyó, inesperadamente, la cartilla al Islam, por la yihad, en el discurso de Ratisbona (14-09-2006):
    http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2006/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20060912_university-regensburg.html

    Sobra decir que, en la idea filosófica de Ratzinger, la misma desligitimación de la violencia para imponer el Islam se aplica a todas y cada una de las demás religiones.

    Desde entonces, no sé de ninguna autoridad que haya querido volver a poner el tema sobre la mesa, con la valentía debida, seriedad, rigor y profundidad intelectual, no sea que se le acuse de faltarle al respeto a los seguidores del profeta del alfanje y los arenales… No es lo mismo coger el toro por los cuernos que ir a consolar al triste y regañarle a los políticos presuntamente insolidarios, con toda la buena voluntad que se quiera, en Lampedusa, pero sin abordar las causas objetivas de la realidad, fenómeno o problema.

    Sigo pensando que a la alternativa de una Ética Mundial, de Hans Küng y otros que tuvieron parte activa en la Declaración del Parlamento de las Religiones del Mundo (Chicago, 1993) incluidos los ateos allí representados, aún le queda recorrido. Si se reimpulsara, podría ayudar a «pacificar» las relaciones interreligiosas, pese a las reticencias musulmanas con la excusa de la representación de los ateos. Eso sí, la empresa requiere diálogo sincero y reciprocidad de buenas intenciones, sin escamotear ningún tema por «sensible» que sea y desterrar, en ello, tanto el buenismo almibarado como la hipocresía de lo «políticamente correcto». Saludos cordiales.

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