jueves, octubre 3, 2024

Le jour de glorie est arrivé

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir. (Blade Runner. Ridley Scott 1.982. Monólogo del replicante Roy Batty).

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Es un tĂłpico empezar un artĂ­culo con estas frases de Blade Runner aunque, a decir verdad, no me he resistido a hacerlo en lo que suponen de resumen generacional: de personas que –unidas por unas fechas prĂłximas de nacimiento– se sienten identificadas de alguna manera por lo que dice el Replicante Batty. Los nacidos en los años sesenta hemos visto cosas asombrosas en un mundo en constante cambio. Y las seguimos contemplando todos los dĂ­as. Los datos objetivos se consignan en los libros de Historia. Pero los sentimientos que todas estas cosas suscitaron en sus testigos –en nosotros– se perderán con el final de nuestra generaciĂłn. Lágrimas en la lluvia.

Sin embargo, y puestos a citar iconos generacionales, y lágrimas y lluvia, prefiero los versos de la canciĂłn Demasiado CorazĂłn de Willy Deville, en lo que tienen de renacimiento personal y de exceso de sensibilidad. Ni el dolor ni la pena –ni los distintos acontecimientos que han acompañado nuestros avatares personales– han conseguido doblegarnos: every morning I´m broken, every day I die, every night I weaken and every night I cry… lágrimas en mi cara abajo de la lluvia… lonely with my pride holding in my pain.

Solos con nuestro orgullo y soportando nuestra pena: muriendo a diario y volviendo a nacer a diario tambiĂ©n. No se me ocurre un mejor resumen de lo que somos y de lo que hemos sido. Y es que no debiĂ©ramos tener miedo a los cambios. Nacimos en mitad de la Guerra FrĂ­a y con un mundo aburridĂ­simo dividido en dos bloques que se autodenominaban antagĂłnicos pero que –en realidad– constituĂ­an las dos caras de un mismo imperialismo. Vimos caer el Muro de BerlĂ­n y vimos –quĂ© gracia y quĂ© ironĂ­a– el fin de la Historia segĂşn Francis Fukuyama. Pudimos contemplar –de primerĂ­sima mano– la muerte de Franco y el paso desde la Dictadura del Caudillo al RĂ©gimen de 1978, la ConstituciĂłn, la ETA y nuestra entrada en la UniĂłn Europea. Juan Carlos I y Felipe VI. El nacimiento de internet y de inimaginables avances tecnolĂłgicos. La Guerra de Vietnam y la del Yom Kippur, las Torres Gemelas y el auge del fundamentalismo. Las dos guerras de Irak y las dos ocupaciones de Afganistán. El COVID-19 y las agresiones rusas. Crisis y más crisis en todos los ámbitos y niveles… eso hemos visto y eso podemos contar. Casi nada. Si algo nos ha enseñado la vida, desastres y tragedias personales al margen, es que nada es inmutable y que la vida –tanto a nivel colectivo como individual– nunca deja de sorprenderte. El vĂ©rtigo de los Ăşltimos sesenta años es tan sĂłlo comparable al vĂ©rtigo que producen los prĂłximos sesenta.

Todos estos acontecimientos han conformado el mundo de 2023. Como pasos inexorables de un guion preestablecido, la sociedad occidental ha desembocado en una crisis profunda y decisiva. Un conjunto letal de elementos formado por la presiĂłn migratoria, la inoperancia polĂ­tica de nuestro sistema de representaciĂłn y de gobierno, las amenazas imperialistas exteriores y el empobrecimiento gradual de la inmensa mayorĂ­a de nuestra poblaciĂłn. Una situaciĂłn social que –demostrando que vivimos sobre un polvorĂ­n inestable– acredita el indudable fracaso tanto de un modelo econĂłmico como de un sistema polĂ­tico. Se avecinan tiempos muy duros en los que, con independencia de la edad y del rol que tengamos dentro de nuestro entorno occidental, tendremos que sufrir y que luchar –a nuestros años– no sĂłlo por la supervivencia de nuestras creencias sino tambiĂ©n por el triunfo de nuestros más elementales ideales de solidaridad y de justicia. Con nuestros sesenta años vamos a participar en lo que no pudimos hacer a nuestros veinte. Se están produciendo grandes transformaciones y –debajo de nuestros pies– ruge la violencia de las corrientes encontradas y de los fenĂłmenos histĂłricos: un mundo pavoroso y oscuro está naciendo frente a la voluntad de luchar de los que todavĂ­a somos muy pocos. Al final de nuestro largo camino, ha resultado cierto aquello de la jour de glorie est arrivĂ©. Porque, sin duda alguna, es la hora de formar los batallones y de luchar frente a la barbarie y a la injusticia, frente a la opresiĂłn de un mundo viejo que va a morir matando.  

2 COMENTARIOS

  1. Algunos tuvimos la suerte -o la desgracia – de vivir los «felices» 80 con uso de razĂłn. Sobre aquellos 80 del caballo, de la reconversiĂłn industrial, del GAL y la ETA, de Roldán, de Malesa y Filesa, del ruido de sables, se echa, hoy en dĂ­a, la capa de azĂşcar glas de la movida, del Estado de bienestar, de las libertades sexuales conquistadas, que son la causa de nuestra indigestiĂłn actual.
    MagnĂ­fico artĂ­culo, Nacho. Hay mucho que ahondar en nuestras culpas.

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