La cobertura del conflicto iniciado el pasado 7 de octubre tras la ofensiva de Hamás y la respuesta militar del ejército israelí en la Franja de Gaza ha causado la muerte de 39 periodistas hasta la fecha y pone en peligro la libertad de prensa. 34 de los fallecidos son palestinos, cuatro israelíes y uno libanés, según ha informado el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ en sus siglas en inglés).
Además, el CPJ investiga “numerosos informes no confirmados de otros casos de periodistas fallecidos, detenidos, heridos o amenazados” y Reporteros Sin Fronteras (RSF) notifica que las instalaciones de varios medios locales de Gaza también han sido damnificadas. Entre ellas se cuentan la sede del diario local Al-Ayyam, completamente destruida por el derrumbe de la Torre Palestina, y la oficina de la agencia de noticias Ma’an, dañada por el ataque a la Torre Watan.
El Índice de Libertad de Prensa de RSF le otorga el puesto 156 de 180 a Palestina en lo que llevamos de 2023. Este preocupante dato, más allá de las pérdidas humanas, refleja la guerra mediática y por el relato que deriva de cualquier conflicto armado. En el caso del conflicto palestino-israelí, el desequilibrio de poder entre los contendientes hace que la guerra de información sea asimétrica.
Israel no libra únicamente una ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Mientras impide a los informadores internacionales entrar en la zona de conflicto, el Ministerio de Comunicaciones de Israel ha aprobado una regulación que autoriza el cierre de medios de comunicación extranjeros en caso de que se haya declarado el Estado de Emergencia si “dañan la seguridad nacional”. Dicha autorización permite suspender emisiones, incautar equipos, clausurar oficinas y revocar las credenciales a los periodistas.
El objetivo principal de esta regulación sería Al Jazeera, el canal de televisión más grande del mundo árabe, crítico con algunas de las actuaciones de Israel en la contienda actual. La decisión ha generado intranquilidad sobre la libertad de prensa en Israel y debate en lo que a cobertura de conflictos se refiere. Sin observadores independientes, bien sean medios de comunicación u otras organizaciones, es casi imposible saber qué ocurre sin recurrir a los comunicados, parciales, de las partes implicadas: el Ejército de Israel o Hamás.
El Informe Mundial de Libertad de Prensa también advierte del creciente rechazo que sufren los periodistas en los medios digitales e Internet. En un mundo cada vez más globalizado, en el que gran parte de la información de los conflictos armados viene de la mano de civiles y activistas, la función del reportero resulta fundamental para desmentir desinformación, bulos y propaganda.
Reporteros Sin Fronteras denuncia “los crímenes que se están cometiendo en la cobertura de la guerra desatada en Gaza” y pide “a todas las partes que garanticen la protección de los periodistas, de acuerdo con la resolución 2222 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”. En este sentido, con la ampliación de las operaciones terrestres que vive la Franja desde el pasado viernes 23 de octubre, las autoridades israelíes afirman no poder asegurar la integridad de los informadores desplegados en la zona.
Esta nueva fase del enfrentamiento, que marca el inicio de la entrada en Gaza y que comienza con un corte de comunicaciones, líneas telefónicas, redes móviles e Internet, levanta gran preocupación. La Agencia de la ONU para refugiados palestinos (UNRWA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras y la Media Luna Roja Palestina indicaron haber perdido contacto con el personal que trabaja en terreno a través de sus medios oficiales.
Ante este apagón, el magnate Elon Musk ha anunciado que proporcionará conectividad en terreno a ONG reconocidas por la comunidad internacional a través de Starlink, un sistema de satélites que opera a baja órbita.
