viernes, mayo 9, 2025

Los 4 senderos de la Iglesia católica ante el nuevo Papado

Ante el nuevo Pontificado, se abren 4 posibles sendas para la futura Iglesia católica

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Muerto Francisco se abre un nuevo Cónclave, y con el un montón de quinielas señalando favoritos o oscuros complots para controlar la Iglesia católica desde dentro, aunque en realidad lo más probable es que se cumpla el dicho de «el cardenal que al llegar al cónclave lo hacen Papa, se vuelve a casa siendo cardenal». Pero si bien la mayoría de las veces la cobertura en torno a lo referente al nuevo para y al Cónclave sirve para que los medios generalistas produzcan contenido en masa sin demasiado criterio y cubran sus horas de emisión sin estrujarse los sesos, lo cierto es que este Cónclave es diferente.

Ciertamente quizás nos encontramos ante uno de los futuros papados más decisivos de los últimos tiempos. El pontificado de Francisco ha dejado una situación compleja para la Iglesia, ya que una institución que basa su existencia en la sublimación de la tradición, de unos principios morales pétreos y una visión de la sociedad muy concreta, ha acabado siendo un organismo que parece más una ONG pastelera y lacrimógena, que no convence ni a los católicos de toda la vida, ni ha conseguido la conversión en masa de jóvenes occidentales confundidos y sentimentalistas, por muchos likes o fotos del Papa difunto hayan puesto en sus instagrams lamentando que se nos haya dejado.

Aunque muchos se vanaglorien de afirmar lo contrario, la Iglesia no es ajena al devenir mundano, y una de las labores principales de la misma es la labor pastoral, esto es, acercar el mensaje del catolicismo a las masas, y promover que el rebaño de los seguidores de Jesucristo aumente. Y esto es la gran contradicción en la cual está sumida la máxima institución católica. Una cosa es acercarse a las masas y otra contaminarse de ellas, incluso hasta tal punto que dejes de lado los dogmas principales que componen tu religión.

A esto se suma el avance imparable del Islam, especialmente en Europa, ya que en Próximo Oriente prácticamente ya ha exterminado a cualquier otra opción de credo mayoritaria. Ante este fenómeno el Papa saliente ha predicado el amor cristiano, la tolerancia, el poner la otra mejilla, el no discriminar a nadie, aunque este incluso quiera erradicarte de la faz de la tierra.

En este contexto, estos son para mí los 4 posibles escenarios-aunque se podrían agrupar en 2 grupos y 2 subgrupos respectivamente- que se le presentan a la Iglesia de San Pedro y San Pablo ante el nuevo Papado:

1.- Proseguir y profundizar en la senda de lo woke, iniciada por Francisco. De esta forma la Iglesia se abriría a la bendición de las uniones homosexuales, se impondría la laxitud frente al aborto, y sobre todo se haría una apuesta firme por las fronteras abiertas en Occidente. De esta forma se daría un recorrido partiendo del Concilio Vaticano II hasta acabar amalgamándose por completo con la nueva izquierda posmoderna, siendo así una sucursal o ONG más que utilice el ejemplo de Cristo para defender la destrucción de la tradicional concepción de Europa y occidente. Esto desencadenaría principalmente tres consecuencias: la merma considerable de seguidores, ya que el sector woke de la sociedad no tendrían ningún incentivo para aproximarse a la Iglesia, ya que ya tienen sus propios grupos y sectas, como mucho dejarían un caudal de likes y apoyo en redes sociales, pero poco más; así mismo esto haría que el Islam no se encontrase con un contrapeso teológico y social a su avance, y acabase incluso ganándose a masas de tradicionalistas católicos sin causa, y finalmente lo más probable es que se diese un cisma tradicionalista como reacción a esta deriva suicida. Sin embargo esto es complejo, porque la Iglesia se rige de forma vertical, y por lo tanto un anti-Papa sería una contradicción en si misma, ya que no se estaría respetando la delegación de poder que el mismo Cristo le habría concedido al vicario de San Pedro, y se caería en una retórica de acusación de herejía mutua que no llevaría a nada productivo.

2.- Como indiqué, esta sería la senda intermedia entre lo woke y el retorno al tradicionalismo. Esta es la que menor posibilidad tiene debido a que parte de posturas que mezclan el individualismo metodológico-del cual la Iglesia siempre ha renegado- con una visión muy escueta de la teología y la tradición doctrinal católica, aferrándose así a una metafísica que simplifican para tapar los huecos de su existencia vital, asustados por un materialismo que no comprenden. Pues bien, en la práctica esta consistiría en dejar al margen lo social y convertir el cristianismo en una secta ofreciendo simplemente una opción ultraterrena para gente que lo pueda necesitar. Nos referimos así a ese sector cristiano que cree que el gran mal de occidente es la ciencia y el materialismo, y que esto nula el natural sentido del hombre a no poder comprender la naturaleza y por lo tanto agarrarse así a principios férreos en lo espiritual e inmanente. Esta argumentación tiene poco sentido ya que en Occidente no tiene la primacía un ateísmo militante y de profundos conocimientos científicos, ya que este es capaz de entender la evolución de las culturas y la moral y por lo tanto no es ajeno a ellas y las rechaza infantilmente por no materiales, Lo que reina en Occidente es el agnosticismo, la duda, la debilidad, la incultura, la amoralidad, la gente que no sabe lo que es una mujer, que cree en la astrología. Sumado a esto, y como ya indicamos, incluso la propia Iglesia ha aceptado la teoría de la evolución o la del big bang, asignándole a Dios un lugar de principio creador y padre espiritual, pero no un hacedor de todo poseedor de la verdad absoluta. Y es que el catolicismo no se basa en la verdad, si no en la fe. Y la fe implica teleología, implica dar a la gente una razón para vivir, para comportarse de una manera determinada. El catolicismo es mucho más que afirmar que Jesús resucitó al tercer día. El catolicismo es un proyecto civilizatorio, es el ensalzamiento de un hombre que murió luchando contra la institución del esclavismo, un hombre que cuando vio a los mercaderes en el templo se encolerizó y dejó lo de poner la mejilla para otro momento.

Como ya indicamos esta es la opción menos posible, ya que sería relegar al catolicismo a la marginalidad de forma consciente y deliberada, convirtiéndolo en una especie de libro de autoayuda, solo que en lugar de en la portada salir Yados aparece Jesús con San Pedro señalándote que te esperan en el cielo y que te portes bien mientras te toca estar en la Tierra.

3.- Ahora pasaremos al subgrupo del tradicionalismo. Por un lado se podría dar una especie de retroceso, una interpretación ultramontana de la sociedad, que bajo el pretexto del «a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César», legitime a las élites dominantes. Sin embargo este viraje no contaría con un fuerte apoyo como en el pasado. Las élites ya no son nacionales, y a raíz del mazazo que les fue propinado en la Segunda Guerra Mundial han configurado todo un nuevo esquema de dominación, donde se celebra la muerte de Dios anunciada por Nietzsche, ya que así el individuo-mercancía se sublimaría hasta el infinito, supuestamente sin ningún tipo de límite. Además los sectores ultramontanos de la Iglesia cada vez son más reducidos en las altas instancias, aunque quizás constituyan el grueso más militante de los cristianos de base.

Esta vía, al igual que la anterior, es poco probable tanto por factores exógenos como endógenos, pero aun así contribuiría a la pervivencia de la Iglesia, ya que casa más con la trayectoria histórica de la misma, y de su «público objetivo». Sin embargo la Iglesia ha asumido parte del ideario de progreso de la Ilustración, se ha abierto a la ciencia, aunque se reserve el finalismo maquinicista divino, y se ha adaptado en gran parte a las dinámicas sociales modernas, ya que no olvidemos que a diferencia del Islam, el catolicismo denuncia el pecado, separándolo del pecador.

4.- Y finalmente, se podría dar una transformación en un tradicionalismo social. Esto sería una Iglesia dura en lo doctrinal: la defensa de la Familia, defensa de la tradición de Occidente, la defensa de la lucha contra la esclavitud del Cristianismo, y sobre todo una Cruzada sin paliativos contra el Islam, tanto en Europa como en Oriente Próximo y el Magreb-no olvidemos que al ser romanizados muchos de estos lugares cuentan como los primeros lugares occidentales del culto a Jesucristo-. De esta forma la Iglesia pasaría de la estrategia pastelera de poner la otra mejilla y de hacer un llamado al arcángel Miguel para que pusiese orden en el territorio en el que antaño reinó, pero al mismo tiempo aceptaría los avances del progreso que se han dado con los años: el pensamiento científico, la normalización de conductas no estrictamente tradicionales, y sobre todo las conquistas sociales que solo se han producido en Occidente y carecen de precedentes en otras latitudes. El trabajador con dignidad-tanto material como cultural- es un estandarte que el cristianismo también debe hacer propio, porque las sagradas escrituras reivindican la labor dignificatoria para los humanos del trabajo, porque el padre de Jesús era un humilde carpintero, y porque si somos todos hijos del mismo dios no cabe la posibilidad de la explotación de un hermano por otro, por mucho que el cristianismo no tenga tampoco potestad para aprobar el fin de la legitimidad histórica de la propiedad privada.

De esta forma doctrina y la labor apostólica se aproximarían, y la Iglesia dejaría de ser un ente ambiguo y difuso, y se volvería a erigir como un baluarte moral del que tanto se echa en falta sobre todo en Occidente. Y no solo eso, si no que pondría a sus seguidores bajo un fin a alcanzar: luchar por acrecentar la dignidad humana, no presentando bandera blanco ante cualquiera que pretenda someterla, tanto aquellos que proclaman la legitimidad de la explotación salvaje del hombre, llegando incluso a torpedear sus fundamentos culturales y étnicos más básicos, como los que en nombre de un falso profeta y un falso Dios claman que volver al oscurantismo de las arenas del desierto es la solución a todos los males de la decadencia de Occidente.

P.D. Comenzado a escribir este artículo el miércoles día 7, hoy ya conocemos el nuevo Papa: Robert Prevost. Aunque quizás es pronto para pronunciarse, todo aparenta que va a seguir la senda de Francisco. Esto quiere decir que se seguiría la primera de las sendas, la conversión de la Iglesia católica en una ONG woke que desencantará a los auténticos cristianos-los luchadores contra la esclavitud siguiendo el ejemplo de Cristo, no los que solo le tienen miedo a la muerte y creen que ponerse una cruz al cuello los librará del vacío eterno- y hará que las sectas posmodernas se integren en la Iglesia, aunque quizás sus promotores y mecenas si dejen suntuosas propinas en agradecimiento. Tiempos oscuros se ciernen sobre Europa y todo el progreso humano que en su día alentó, y conforme avanza el tiempo la Iglesia solo se vislumbra como el fantasma de lo que antaño fue una institución real y de utilidad.

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