La incesante escalada de la criminalidad en el País Vasco, junto con la desidia de los políticos respecto a este tema, ha llevado a los vecinos de Trintxerpe (Guipúzcoa) a crear patrullas ciudadanas para poder defenderse de esta situación. Así, recientemente hemos podido ver imágenes de un grupo de vecinos organizados persiguiendo a delincuentes con la intención de ahuyentarlos del lugar.
Gora Trintxerpe! #euskalherria askatu! ❤️💚🤍 pic.twitter.com/XmYdljQxmd
— And justice for all?🎗🔴⚪️🟢 (@justiziamaite) October 15, 2024
Cada vez en más puntos de España son los propios ciudadanos los que se están organizando al margen del Estado para plantar cara a esta situación: movilizaciones contra la delincuencia en San Blas (Madrid) o patrullas ciudadanas que llevan ya mucho tiempo funcionando en distintos puntos de España (Barcelona, Madrid o incluso en Córdoba) dan buen ejemplo de ello.
Hace tan solo dos días, el director general de la Policía Nacional Francisco Prado Piqueras declaraba públicamente que es falso que el aumento de la criminalidad en nuestro país esté relacionado con el incremento de la inmigración. Por su parte, en abril, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska negaba esta misma relación cuando le preguntaban por el repunte de la delincuencia en el País Vasco, asegurando que se trataba de «bulos». Sin embargo, si tenemos en cuenta que la población extranjera en España representa el 18% y que la población extranjera reclusa (sin contar los nacionalizados) es del 31%, el relato que comparten el ministro del Interior y el máximo responsable de la Policía cae fulminado ante la evidencia.
De hecho, tan grave es el interés de las autoridades por tapar lo que es evidente para los ciudadanos de a pie, que, en agosto de este año, la Ertzaintza recibió la orden de no detener a aquellos criminales que portaran, e incluso exhibieran, armas blancas. El objetivo de esta medida no es otro que falsear la tasa de criminalidad en el País Vasco, aunque en realidad continúe aumentando como lo hizo en 2023, cuando subió un 6,8% respecto al año anterior.
Incluso Arnaldo Otegi, conocedor de que la sociedad vasca sufre este problema en sus carnes, se descolgó este verano del discurso de Bildu con unas declaraciones en las que reconocía que la inmigración está causando un grave perjuicio: «La identidad de nuestra nación está en riesgo», aseguró.
Lo que queda claro es que entre la apabullante realidad que viven los trabajadores en sus barrios y el relato manipulado de los responsables de la seguridad ciudadana, la sociedad española, ajena a los intereses escabrosos de la clase política, se enfrenta a una situación en la que la autodefensa parece ser la única vía para mantener a los delincuentes a raya.