sábado, abril 26, 2025

Aranceles trumpianos: ¿solución o un problema más?

Desde la histeria desde el anuncio de la lista hasta el desconcierto de las negociaciones, ¿Qué hay detrás de los aranceles de Trump?

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Llevamos ya varias semanas siendo bombardeados sin cesar sobre cada medida arancelaria que está dispuesto a tomar Estados Unidos bajo la hégira de Donald Trump. Pero tal como se podía interpretar, tras la publicación de la famosa lista con los aranceles correspondientes a medio globo, ha sucedido una fase de suspensión que abriría paso a las negociaciones.

Pero aunque en la mayoría de los medios se suele incidir más en la locura o al estupidez de Trump, argumentado que carece de un plan y solo está dando bandazos sin guía, nosotros no acabamos de estar convencidos de esta visión. El objetivo principal del republicano es revertir la deriva de las últimas décadas, donde Estados Unidos era el comprador de los productos que el resto del mundo producía. Esta fase tuvo unos grandes dividendos para las grandes compañías norteamericanas que deslocalizaron su producción. Pero al mismo tiempo, países como China iban tomando apuntes sobre las formas de producir y la innovación en los sectores deslocalizados.

Todo esto nos lleva a la fase actual, en la que la balanza política estadounidense se ha decantado hacia el sector que defiende que es insostenible seguir siendo el principal mercado de consumo del mundo, si tu propia población carece de empleos bien remunerados y con buenas condiciones, ya que esto también repercute en los empleos más especializados y punteros. De esta forma Estados Unidos aún mantiene el dólar como la principal divisa a nivel internacional, y con ello puede defenderse de cualquier resistencia a sus medidas de reindustrialización. Por eso los aranceles no son medidas de presión para que X país se someta totalmente a los dictados estadounidenses, tal como muchos analistas afirman.

Los aranceles son la repartición entre los compradores de los productos yankees de la tasa necesaria para reindustrializar el país. Por eso de los primeros socios que se sorprendió y voló raudo hacia la Casa Blanca fue el Israel de Netanyahu. Estados Unidos lleva mucho tiempo defendiendo y armando al país hebreo, por eso también tiene lógica que se le pide una contribución a cambio. Otro caso diferente es el de la Unión Europea. Y es que no debemos olvidar la paridad que existe entre el euro y el dólar. Sin embargo el euro actual está amparado más por la bonanza del pasado que por una pujanza económica real, ya que los únicos negocios que prosperan en el continente son los especulativos-financieros, que ya se vió en 2008 que tienen un límite, y ahora se pretende anclarlos al sector más lucrativo del ámbito capitalista: la industria de armamento. Por eso por mucho que los líderes de la Unión Europea refunfuñen no tiene demasiadas opciones. Europa no tiene capacidad industrial, y su lucrativo sector de exportación solo puede ser absorbido por Estados Unidos, ya que el mercado interno chino es irrisorio, ya que por mucha voracidad de productos europeos que tengan los grandes empresarios y millonarios que se amparan en el Partido Comunista Chino, estos no dejan de ser una minoría.

Y este es el gran dilema con respecto a China. A raíz de la caída del muro todo era color de rosa, el país de los ciudadanos-esclavos era n lugar idóneo para abrir tu negocio si venías de Occidente y prosperar, y parecía que este era el esquema ideal de cara al mundo capitalista del futuro. Pero pronto se vio que esto no podía durar eternamente. China tiene ansias imperialistas de dominar todo el sureste asiático, así mismo aunque ejerza un brutal control sobre su población sus costuras internas son evidentes. Carece de productividad industrial real, ya que basó todo su desarrollo en el uso de mano de obra masiva. En lo agrícola esto depende de la importación constante de productos del exterior. Así mismo su desigualdad social y corrupción a todos los niveles es galopante.

Solo el tiempo confirmará si Trump puede realizar su obra faraónica bajo sus predicciones, pero la que queda claro es la imposibilidad de la continuación en la senda de una globalización desmedida que aspiraba a terciarizar occidente, en la que una minoría de banqueros endogámicos consumiese felizmente los frutos del resto del mundo en ruinas.

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