Las recientes declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump han desatado una polémica internacional al sugerir que China ejerce un control significativo sobre el Canal de Panamá. Sin presentar pruebas, Trump afirmó que soldados chinos están desplegados en la zona y que se están eliminando letreros en chino en la antigua “Zona del Canal”, la cual dejó de existir en 1979.
El gobierno panameño, liderado por el presidente José Raúl Mulino, ha rechazado categóricamente estas acusaciones, enfatizando que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) gestiona la vía interoceánica de manera soberana desde el año 2000. La ACP es una institución 100% panameña y sus operaciones no dependen de ninguna potencia extranjera.
Empresas chinas y la preocupación de EE.UU.
El punto de controversia parece girar en torno a la empresa Hutchison Ports, una filial del conglomerado con sede en Hong Kong CK Hutchison Holdings, que opera terminales en ambos extremos del canal. Sin embargo, esta compañía, que obtuvo la concesión en 1997, no controla el acceso ni la navegación del canal, sino que se encarga de servicios portuarios como carga y abastecimiento de combustible. Otras compañías internacionales también operan puertos en la región bajo condiciones similares.
A pesar de las crecientes inversiones chinas en América Latina, no existen evidencias que respalden las afirmaciones de Trump sobre una militarización china en Panamá. Hasta el momento, el Departamento de Estado de EE.UU. no ha presentado pruebas que justifiquen estas acusaciones.
El peligro de una intervención estadounidense
El tratado Torrijos-Carter de 1977 estableció que EE.UU. devolvería el canal a Panamá con la garantía de que permanecería neutral. Si bien el acuerdo permite una intervención militar en caso de una amenaza extranjera o una interrupción operativa, actualmente no hay indicios de que el tránsito por el canal esté comprometido. De hecho, tras la ampliación de la vía en 2016, el tráfico de carga ha aumentado considerablemente.
Cualquier intento de EE.UU. por recuperar el canal podría generar graves consecuencias. En primer lugar, dañaría las relaciones diplomáticas entre ambos países y podría desestabilizar la región. Además, una acción de este tipo podría repercutir en la crisis migratoria, ya que Panamá controla el Tapón del Darién, una ruta clave para los migrantes que intentan llegar a EE.UU.
Impacto económico y reacciones internacionales
El Canal de Panamá es fundamental para el comercio global, con alrededor del 40% del tráfico de contenedores de EE.UU. pasando por la vía. Una intervención militar podría afectar gravemente la economía estadounidense, elevando los costos de bienes esenciales.
Por otro lado, China y Rusia podrían aprovechar cualquier acción unilateral de EE.UU. para fortalecer su influencia en la región, debilitando la posición de Washington en América Latina.
Mientras Trump insiste en su retórica sobre la recuperación del canal, la realidad es que cualquier intento de tomarlo por la fuerza representaría un costo político, económico y diplomático muy alto para Estados Unidos.