En los últimos días el aeropuerto de Barajas ha sido noticia en todas las televisiones por la cantidad de indigentes y gente sin hogar que andaban durante horas por el aeropuerto o directamente viven allí, al menos hasta 500 según medios oficiales, algunos durante meses o incluso años. La situación cada día era más insostenible. Basura acumulada, plagas de chinches, piojos o sarna hicieron que los trabajadores comenzasen a denunciar la falta de higiene en todas las instalaciones, algo que para los miles de turistas que pasan cada día por uno de los aeropuertos más importantes de Europa da la sensación de falta de gestión y una triste realidad que lleva asolando a España durante más años de los que nos gustaría, la pobreza existente dentro de la capital y del país.
Tanto Aena como la Comunidad de Madrid se han lanzado acusaciones particulares por la situación, en la que la dejación de funciones que ambos cometen es más que evidente. La situación finalmente ha tenido que ser abordada por la gran polémica que se había levantado. El presidente de la gestora aeroportuaria, Maurici Lucena, pidió una reunión con el alcalde madrileño, José Luis Martínez Almeida, a la vez que reforzó los controles de seguridad. A su vez se redujeron los accesos a Barajas y estos se encuentran controlados por el personal de seguridad, que no deja pasar a ninguna persona que no tengan un billete de avión. Pese a los controles muchos de los indigentes siguen sin abandonar el aeropuerto. La justificación más recurrente es la de que los albergues que ofrecen las administraciones públicas o bien están colapsados o bien no son seguros, lo que obligó a que produjese una reunión con urgencia entre el Ayuntamiento y Aena, en la que no ha habido grandes avances a pesar de su extrema gravedad y la imagen que se está proyectando del país hacia el exterior. El único avance que se ha dado en este tema es el de intensificar la colaboración entre administraciones y mantener los controles en el aeropuerto, con el fin de superar las barreras entre ambos y abordar de manera eficiente el problema que asola Barajas.
La situación de pobreza general dentro de la Comunidad de Madrid es preocupante. El 21,2% de la población residente en Madrid estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2024, una variación de 0,9 puntos porcentuales comparado con el año anterior, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE. Por su parte, el 30,9% de los hogares de Madrid no tenía capacidad para afrontar gastos imprevistos, lo que implica una variación de -0,9 puntos respecto al año anterior. El 21,5% de los hogares no se podía permitir ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año. A toda esta situación de pobreza en nuestro país debe sumarse a la incapacidad de muchas familias y ciudadanos de no poder pagar una vivienda digna o comer carne o pescado al menos cada dos días, ambos tomados en cuenta por el propio INE para medir la pobreza. Teniendo en cuenta estos datos no nos puede sorprender la cantidad de mendigos y gente sin un techo para dormir que merodean por las grandes calles de la capital o que opta por dormir en el aeropuerto por no ver una opción más asequible. Los hechos ocurridos en el aeropuerto no hacen más que mostrar una realidad que tanto la Comunidad de Madrid como el gobierno de España tratan de ocultar, la situación de pobreza y crisis económica endémica que lleva padeciendo el país durante años.