sábado, mayo 17, 2025

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La relación claudicadora del franquismo ante el expansionismo marroquí. Parte II

El caudillo y los cruzados salvapatrias fueron fundamentales para aumentar el poder del que ahora goza Marruecos. El franquismo cedió en todas las exigencias del expansionismo marroquí a pesar de pagar el más alto precio: la sangre española derramada.

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Como ya se ha mencionado, durante el franquismo, y pese a su retórica nacionalista, España cedió a Marruecos varios territorios. Esto ocurrió a pesar de que Marruecos había agredido militarmente a España durante la Guerra de Ifni-Sáhara (1957-1958). No se optó por apoyar la creación de estados independientes y potencialmente aliados frente a Marruecos —como podría haber sido una República del Rif—. El régimen de Franco optó por entregar esos territorios, incumpliendo así sus promesas. De este modo, Franco no frenó las aspiraciones expansionistas de Marruecos. En la práctica, contribuyó a fortalecer a un país que, desde su independencia en 1956, ha mantenido reivindicaciones territoriales sobre España.

Ya en 1956 entregó el Rif. Desde 1958 no hizo ningún esfuerzo por recuperar los territorios perdidos en Ifni durante la guerra, conservando únicamente la capital, Sidi Ifni. En 1958, cuando aún había prisioneros españoles en manos de las fuerzas marroquíes, entregó Villa Bens (Cabo Juby). Por si esto fuera poco, desaprovechó todas las oportunidades que hubiesen dejado a España en una posición de ventaja, como un posible apoyo a la Rebelión Rifeña (1958) y a la Rebelión de Erguibat (1958). En esta última, favoreció a las fuerzas marroquíes impidiendo la llegada de refuerzos desde el Sáhara a los rebeldes.

A finales de 1958, Marruecos reclamó en las Naciones Unidas el control que, de facto, ya ejercía sobre toda la región de Ifni. Dicha reclamación fue extremadamente vaga, reivindicando «ciertos territorios africanos actualmente bajo control español como parte integrante de su territorio nacional». La petición al Secretario General de la ONU ponía en el foco no solo a Ifni, sino también a Ceuta, Melilla o Canarias.

En 1961, a pesar de que en la práctica ya estaba asumida la teoría del Gran Marruecos, Hassán II la hizo oficial el 12 de octubre, coincidiendo con la Hispanidad. Las relaciones entre ambos países se apaciguaron momentáneamente gracias a una entrevista entre Franco y Hassán II en Madrid en 1963. El sultán necesitaba apaciguar la oposición que existía a su gobierno. Sin embargo, el régimen alauí no tardó en mostrar su deseo por ocupar el Sáhara español. En 1965, durante una visita a Agadir, el sultán marroquí, en un acto orquestado y difundido por la prensa, recibió a varios notables del Sáhara español que le declaraban su sumisión al Majzén.

En 1966, Marruecos cambió de estrategia para hacerse con el Sáhara Occidental y aceptó el derecho de autodeterminación. Después, convirtió la cuestión en un asunto bilateral. España se había comprometido con la autodeterminación en 1963; en el gobierno español se perfilaron dos posiciones con respecto a qué hacer con el Sáhara. La primera, encabezada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, era opuesta a entregar el Sáhara a Marruecos, y la segunda, encabezada por Franco, las cúpulas del ejército y su sector más próximo, eran partidarias de entregarlo.

En 1969 se firmó un Tratado en Fez en el que se cedía Ifni a Marruecos. Franco regaló de nuevo un territorio estratégico, por su ubicación cercana a Canarias y por su riqueza pesquera, a un país hostil. Antes de su ratificación, el Tratado fue sometido al dictamen de las Cortes. La tramitación parlamentaria fue del todo irregular. En ningún momento se dictó, de acuerdo con el art. 9.a de la Ley Orgánica del Estado, la correspondiente ley de autorización, debido a que Ifni era un territorio de soberanía española al ser provincia desde 1958. La explicación a este acontecimiento se puede encontrar en la insólita oposición de los procuradores de las Cortes franquistas.

Esta nueva sumisión del franquismo se intentó paliar en 1969 con un Convenio hispano-marroquí sobre Pesca Marítima, con una duración de diez años. El acuerdo estableció las aguas jurisdiccionales en las doce millas y promovía la creación de sociedades mixtas hispano-marroquíes. Estas, a la larga, permitieron desarrollar la pesca marroquí y repercutieron más ventajosamente a Marruecos debido a los menores salarios de su mano de obra. Las cosas empeoraron cuando, en 1972, Marruecos denunció el tratado y Hassán II amplió sus aguas a setenta millas. El régimen franquista actuó pasivamente a pesar de que la marina marroquí apresaba barcos pesqueros españoles. El Ministro de Marina, Pita da Veiga, declaró que en solo seis meses se produjeron 54 apresamientos de pesqueros españoles. De estos, 24 eran actos de piratería contrarios a las leyes del mar. ¿Qué hizo el gobierno español? Seguir impulsando la cooperación pesquera con Marruecos.

En ese momento, el Sáhara Occidental era el único territorio colonial bajo control español que Marruecos aún ambicionaba. Sin embargo, la estrategia marroquí encontró un obstáculo importante: la ONU no reconoció las tesis históricas del llamado “Gran Marruecos”, por considerarlas infundadas. De acuerdo con el derecho internacional, el territorio del Sáhara debía ejercer su derecho de autodeterminación. Paradójicamente, Marruecos empezó a defender públicamente ese derecho de autodeterminación, pero lo hizo como una maniobra para facilitar su futura anexión del territorio. De hecho, ya en 1969, Marruecos acusó a España de bloquear el proceso de autodeterminación en el Sáhara, mientras que, internamente, el régimen franquista relevó a Fernando María Castiella —ministro de Asuntos Exteriores opuesto a las pretensiones expansionistas de Marruecos— por Gregorio López Rodó, quien adoptó una postura más favorable a los intereses marroquíes.

En 1975, Marruecos reivindicó en la ONU Ceuta, Melilla y los islotes, sosteniendo erróneamente que eran colonias. Esta reclamación territorial se aplazó en vistas de finalizar la ocupación del Sáhara Occidental. Hasta que esta no haya finalizado completamente, Marruecos no intervendrá duramente contra la soberanía española en Ceuta, Melilla, los islotes y, quién sabe, si en Canarias. El principal objetivo de Marruecos era que la autodeterminación no fuese gestionada unilateralmente por España. Hassán II pretendía bilateralizar la descolonización.

Los partidarios de entregar el Sáhara a Marruecos asumieron las tesis de los marroquíes, quienes les convencieron de que era más beneficioso para España un Marruecos fuerte. Allal El Fassi, ideólogo del Gran Marruecos, se entrevistó en 1966 con el General de la División Azul, Muñoz Grandes, vicepresidente del gobierno, y le convenció de los beneficios de entregar el Sáhara a su país.

En 1971, en un momento difícil para Hassán II por la oposición a su gobierno, Fernando Morán, subdirector general de África, defendió la idea de otorgar la independencia del Sáhara Occidental, con el que firmarían un acuerdo de cooperación. El plan tenía como objetivo frenar el expansionismo marroquí y establecer un país aliado en África, algo que habrían apoyado Argelia y Mauritania, dada su enemistad con el Majzén. Recordemos que Argelia tuvo una guerra con Marruecos en 1963 debido a las ambiciones territoriales de Hassán II. Ni Franco ni Carrero Blanco aceptaron este plan, demostrando una absoluta miopía política, prefiriendo fortalecer un país enemigo. Poco tiempo después, Carrero volvió a rechazar un plan similar del Ministro de Asuntos Exteriores, López Rodó, inspirado en el estatus político de Puerto Rico, estableciendo un estado libre asociado a España mediante un plebiscito controlado por la ONU.

Finalmente, el referéndum de autodeterminación se fijó en los primeros seis meses de 1975. Hassán II intentó retrasar la celebración del referéndum acudiendo al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En consecuencia, España suspendió la celebración del referéndum. En 1974 se anunció el Estatuto de Autonomía para el Sáhara, pero jamás se aplicó. Ese mismo año, Marruecos amenazó con la guerra si España no admitía la intervención marroquí en la resolución de la descolonización.

A pesar de que muchos justifican la claudicación española frente a la agresividad marroquí como única solución posible, lo cierto es que el propio Hassán II reconoció en una entrevista del 24 de noviembre de 1975 que España era muy superior militarmente. Entre 1974 y 1975 se produjeron incursiones de las fuerzas marroquíes bajo la bandera del Frente de Liberación y Unidad (FLU), que se saldaron con varias vidas de militares españoles. Ante estos ataques, ni el Caudillo ni su séquito de cruzados y salvapatrias hicieron nada, dando órdenes a los soldados españoles de no traspasar las fronteras para responder a estas razzias.

El Tribunal Internacional de Justicia acabó por quitarle la razón a Hassán II. Reconoció la inexistencia de razones para que el Sáhara perteneciera a Marruecos, al basarse los argumentos de las tesis imperiales marroquíes en falsedades históricas. La derrota jurídica trajo consigo la puesta en funcionamiento de la Marcha Verde, a la que siguió la Operación Golondrina por parte de España. Los Acuerdos Tripartitos de Madrid sellaron finalmente el futuro de un Sáhara Occidental libre y soberano.

 

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