A finales de 2024 se dieron a conocer los resultados del barómetro de la Soledad no deseada en España en 2024.

Este estudio realizado por la Fundación ONCE y Fundación AXA, elaborado dentro del Observatorio Estatal de la Soledad no deseada, investiga sobre la incidencia de la soledad no deseada en España, sus posibles causas o correlaciones y conocer la opinión de la población sobre este tema.

El informe se basa en una investigación basada en 2.900 encuestas telefónicas a personas mayores de 18 años donde se recogen preguntas sobre el tema y su perfil demográfico y situación personal (sexo, edad, nivel educativo, situación laboral, hábitat, estado de salud, discapacidad u otras cuestiones). Los resultados se analizan según respuesta directa pero también con modelos estadísticos que ayudan a determinar la causalidad entre soledad y variables analizadas.

Los resultados arrojan unas cifras que son para hacer reflexionar, un 20% de los españoles se sienten solos en este momento y para el 13,5% de los españoles esta soledad es crónica (se entiende por soledad crónica si esta situación de soledad lleva durando más de dos años). Lo que supone que 2 de cada 3 personas que se sienten solas en este momento llevan sufriendo esta situación por un largo periodo de tiempo.

El estudio indica también que un 50% de la población española aunque ahora dice no sentirse solas en este momento han experimentado sentimiento de soledad alguna vez en el pasado. El tema de la soledad es especialmente grave por su estrecha relación con el suicidio. Ya que la mitad (43%) de la población que sufre soledad ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos. La cantidad de personas que han tenido pensamientos suicidas o autolesivos entre la población que sufre soledad es casi cuatro veces superior que entre la que no sufre soledad.

Existen diferencias según demografía ya que las mujeres se sienten más solas (21,8%) que los hombres (18%) Es muy destacable que los jóvenes experimentan esta situación más que las personas de más edad.  Los jóvenes de 18 a 24 años son los que mas solos se sienten (un 35%), seguido de los de 25-34 años (27%), los que menos solos se sienten son las personas de entre 55 y 74 años (14%)

Se muestra es un fenómeno social mucho más complejo y que la soledad, más allá de la experiencia subjetiva de sufrimiento, está relacionada con muchos otros problemas. Como puede ser la salud o una mala situación económica- Por eso la prevalencia del aislamiento involuntario es mucho más alta entre las personas que tienen dificultades en otros aspectos la salud, la economía, el desempleo o el de la discapacidad. Ya que tener una salud muy mala, mala o regular implica una probabilidad 3 veces mayor de sufrir soledad no deseada, vivir con un problema de salud mental, en 2,4 veces mayor.  Entre las personas con discapacidad el % de personas en situación de soledad es del 50,6% frente a 19,1% de las que viven sin discapacidad.

Y como en otros aspectos, el problema de la soledad es una consecuencia más de una situación social o económica desfavorecida, siendo la punta del iceberg de un problema mucho mas complejo.  Y un factor más de vulnerabilidad y de desigualdad.  Las personas en paro duplican la tasa de soledad en comparación con las ocupadas. Y la soledad no deseada esta en el doble (30%) de hogares que no llegan a fin de mes comparado con los que llegan con facilidad (13.3%)

El tamaño del hábitat o vivir en un entorno mas urbano o mas real no parece tener demasiado impacto en el sentimiento de soledad. Aunque si se observa que en los municipios de menos de 10.000 habitantes hay menos soledad. Y que es en las ciudades de tamaño medio (10.000-50.000 habitantes) donde un % mayor de sus habitantes tienen este sentimiento. Aunque en esto hay matices, y parte se explica por el % de población joven o mayor según hábitats.  La soledad de la juventud es mas elevada en entornos rurales y entre las personas mayores se percibe mas soledad si estos habitan en grandes ciudades.  Lo que hace que sea muy importante replantearse una política adecuada sobre la España rural.

Otro aspecto relevante es la percepción subjetiva sobre el apoyo disponible ante problemas (económicos, emocionales, de cuidados, etc.). Según el estudio, un 9% de las personas considera que no cuenta con nadie que pueda ayudarles, un 22% señala tener pocas personas, un 32% algunas, un 25% bastantes, y un 13% muchas. Entre quienes se sienten solas, el porcentaje de quienes no tienen a nadie asciende al 18%.

El estudio también analiza cómo las tecnologías, como internet y las redes sociales, podrían influir en este fenómeno. Aunque se observa una posible relación entre un uso intensivo de estas herramientas y el sentimiento de soledad, no está claro si una es la causa de la otra.

En este contexto, las personas que experimentan soledad tienden a interactuar más a través de medios digitales que en persona. El porcentaje de quienes se comunican principalmente con sus familiares y amigos por medios digitales es el doble que entre quienes lo hacen mayoritariamente de manera presencial. Esto refuerza la existencia de una conexión significativa entre la soledad y el tipo de interacción social.

Por otro lado, las tecnologías también tienen un impacto positivo. Para colectivos como migrantes, personas con discapacidad o mayores, internet ha sido una herramienta clave para superar barreras físicas y mitigar la soledad, según destaca el informe. Además un 89% de los encuestados opina que las redes sociales e Internet han generado una sociedad cada vez más aislada, esta opinión es aún más común entre las personas que sufren soledad (91%).

El barómetro se complementa con un interesante análisis de como percibe la soledad la sociedad española y que medidas se deberían tomar para paliarla

Al margen de la situación real declarada de soledad, se cree de manera muy generalizada que este es un problema extendido y el 68% dice conocer a otras personas que pueden sentirse solas sin desearlo. Existe un consenso casi unánime sobre la vulnerabilidad de cualquier persona ante la soledad (99%), así como una percepción generalizada de que es un problema social creciente (95%) al que no se le da suficiente visibilidad, como opina el 98% de los participantes. En cuanto a las causas, una minoría atribuye la soledad no deseada exclusivamente al comportamiento de quienes la padecen. Predomina la visión de que es el resultado de una combinación de factores internos y externos, que incluyen tanto circunstancias fuera del control de la persona como actitudes propias. La sociedad percibe que la soledad tiene múltiples causas interrelacionadas.

Entre las causas externas de la soledad, se destaca principalmente la falta de convivencia o apoyo familiar (50%), ya sea por el abandono del hogar de los hijos, separaciones, vivir solo o el escaso contacto con la familia. También se mencionan la distancia física respecto al entorno familiar o amistades (9%) y la situación laboral (4%), que incluye trabajar en exceso, haber quedado en paro, haberse jubilado o perder contacto con compañeros de trabajo. Por otro lado, entre las causas internas se subrayan la dificultad para relacionarse (9%) y los problemas de salud o discapacidades, con variaciones en el peso de estos factores según se trate de la soledad actual o experimentada en el pasado.

El informe cierra abordando un tema delicado: quién debería asumir la responsabilidad de resolver esta problemática. Aunque evita entrar en polémica, es evidente que la entidad detrás del informe podría tener interés en que la sociedad perciba la soledad como un problema institucional que requiere recursos dedicados para su abordaje. El estudio examina el papel que la sociedad atribuye a los poderes públicos y las ONG en la solución de la soledad no deseada. Un 90% de los encuestados considera que esta debería ser una prioridad para las Administraciones, aunque este porcentaje desciende ligeramente al 86% entre quienes se sienten solos.

Respecto a las instituciones que actualmente lideran la lucha contra este problema, las ONG son valoradas como las más activas (50%), seguidas por los ayuntamientos (30%), las comunidades autónomas (15%), las empresas a través de su responsabilidad social corporativa (14%) y el Gobierno Central (12%). Las personas que experimentan soledad son más críticas con las instituciones públicas y otorgan una mejor valoración a las ONG. El análisis no incluye el papel de otros agentes potenciales, como la Iglesia católica u otras organizaciones religiosas.

En cuanto a quién debería asumir esta responsabilidad, el 58% de los encuestados considera que debe ser el Gobierno Nacional, mientras que el 16% señala a los ayuntamientos, el 14% a los gobiernos autonómicos, el 8% a las ONG y el 5% a las empresas. No se observan diferencias significativas entre las opiniones de quienes se sienten solos y quienes no. En la edición de 2022, la ciudadanía figuraba entre los responsables, obteniendo un 41% de menciones, pero en 2024 se reformuló la pregunta, y un 93% estuvo de acuerdo con que “es tarea de todos luchar contra la soledad”.

El informe no aborda en profundidad si como sociedad se deberían fomentar comportamientos o valores que puedan reducir la soledad, como el apoyo a los mayores, la solidaridad vecinal, el fortalecimiento de los lazos familiares o la revitalización de la vida comunitaria. Tampoco se analiza el impacto de iniciativas como el asociacionismo o actividades culturales y deportivas. Asimismo, aunque se menciona la relación entre la precariedad económica y la soledad, no se evalúa cómo mejorar estas condiciones podría contribuir a mitigar el problema.

Aunque el estudio se centra en el papel de las instituciones, no profundiza en enfoques complementarios, como el impulso de iniciativas comunitarias o cambios sociales, que podrían tener un papel relevante en la lucha contra la soledad no deseada.