En el panorama internacional se han dado tres grandes crímenes con los que ha existido un silencio casi absoluto por parte de los grandes medios de comunicación y la comunidad internacional. Se trata de conflictos violentos y ataques contra la comunidad cristiana en Burkina Faso, El Congo y Nigeria. En el primer caso, hablamos de ataques que se están llevando a cabo por el Estado Islamico de África Central (ISCAP); y en el segundo caso, de enfrentamientos en los que las autoridades del país, lejos de ser imparciales con las comunidades, han fracasado a la hora de parar la violencia.

El 23 y el 25 de diciembre fueron asesinados 15 cristianos en varias localidades de Burkina Faso por las fuerzas islamistas del Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes JMIN y Estado Islamico del Gran Sahara (EIGS). El ataque en cuestión tuvo como objetivos posiciones del ejército pero también lugares de culto. Es solo la continuación de una violencia que ha empezado en 2015 que el ejército del país no ha sabido controlar.

Antes de esto, a principio de febrero en el Congo el Estado Islámico retransmitía en su centro mediático en francés, An-Nur, el asesitano de 18 cristianos. Esto supone una continuidad con las acciones ejercidas desde hace tiempo por parte de la organización terrorista en el país centro-africano, ya existiendo un precedente de este mismo año de unos 50 fieles asesinados y otros 35 a principios del año pasado. 

Se trata de una estrategia de genocidio que se está llevando a cabo en el país centro africano donde hay mas de 63 millones de cristianos. Hablamos en este primer caso del cuadragésimo primer país donde sufren más riesgo los cristianos.

Por otro lado, en Nigeria, estas navidades, entre el 23 y el 26 de diciembre, fueron asesinados 170 cristianos repartidos en 26 aldeas. Los perpetradores de este crimen esta vez son «musulmanes fulanis», como asegura el sacerdote cristiano de diócesis de Pankshin, quien deduce esto a raíz de que «no se vio afectada ninguna persona no cristiana y no se quemaron cosas fulani» en una zona en la que los miembros de esta tribu nómada conviven con los cristianos.

El sacerdote denunció la inacción de la seguridad del país. El caso de la persecución contra los cristianos en Nigeria es ya acentuada, pues es el sexto país más peligroso para los fieles de esta religión, habiendo sido asesinados más de 5000 en los últimos 14 años según señala Vatican News.También aseguraba  que «si no se hace algo drástico» podría ser que la «gente se tome la justicia por su mano». 

Y meses después resultó ser cierta la predicción en la región de Jos, dando lugar a enfrentamientos que ya se han llevado más de 500 vidas. Hombres con el uniforme del ejército nigeriano (sin estar demostrado que pertenezcan a este) están actuando entrando de casa en casa y asesinando fuera a quienes habitan estos lugares, además de incendiar  iglesias y tiendas de seguidores del cristianismo. Fruto de esto se ha formado una espiral de violencia en la que jóvenes musulmanes también se han visto afectados por la respuesta de los cristianos que han actuado violentamente contra la otra comunidad religiosa.

La ONG Human Right Watch (HMR) ha pedido que se investiguen los sucesos y que se busquen responsables del conflicto. Ahora bien, en esta región nigeriana, tanto la división armada que se ocupa de esta región, como las tropas que han llegado a Jos para sofocar los disturbios, están lideradas por musulmanes. De este modo, los cristianos no pueden tener la esperanza de que las autoridades vayan a velar por ellos. A ello debemos añadir que no se le da voz a los cristianos en los medios del país, por lo que se ofrece información sesgada que desacredita a la comunidad en Nigeria, tal y como denuncia Kaigama, el arzobispo de la región.

Según la ONG Puertas Abiertas, en 2023, en todo el Mundo fueron asesinados 4998 cristianos por su fe, otros 4125 fueron encarcelados, y más de 14000 iglesias atacadas Cuando la libertad de culto de los musulmanes peligre siempre habrá estados que pondrán el grito en el cielo en defensa de esta comunidad. Pero cuando para los cristianos esta libertad, o incluso la propia vida, están en peligro, ¿qué voz va a denunciar en la comunidad internacional?