El siglo XVI en España fue un período de grandes cambios sociales, políticos y culturales. La conquista de América, el auge del Imperio Español y la Reforma Protestante fueron algunos de los eventos que marcaron la época. La Contrarreforma de la Iglesia Católica, en contraposición a la Reforma Protestante, también tuvo un impacto muy significativo en la vida cotidiana y el pensamiento de la gente. Y a todo esto se sumaban la lucha contra los moriscos y los conflictos religiosos internos que contribuyeron a un clima de incertidumbre y conflicto.
En este contexto, Miguel de Cervantes escribió El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicado por primera vez un 9 de mayo de 1605. La novela es una sátira de las novelas de caballería populares en esa época, que glorificaban las hazañas heroicas de los caballeros medievales. Don Quijote, un hidalgo manchego, se obsesiona con las historias de caballeros andantes y decide convertirse en uno él mismo. Equipado con una armadura vieja y montado en su flaco caballo Rocinante, sale en busca de aventuras para restaurar la justicia y convertirse en un caballero como aquellos del medievo.
La trama de El Quijote sigue las desventuras de Don Quijote y su fiel escudero, Sancho Panza, quien se une a él en su búsqueda. A medida que avanzan, Don Quijote confunde la realidad con la ficción, enfrentándose a molinos de viento que cree que son gigantes, rebaños de ovejas que cree que son ejércitos y posadas que cree que son castillos. A través de estas aventuras, Cervantes no solo se burla de las convenciones de las novelas de caballería, sino que también ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza de la locura, la realidad y la fantasía. Algo completamente futurista en el contexto de la época en la que se escribió esta obra.
Sin embargo, El Quijote es mucho más que una simple sátira. A medida que avanza la historia, Don Quijote y Sancho Panza desarrollan una relación compleja y entrañable que es el corazón emocional de la novela. A través de sus conversaciones y peripecias, Cervantes explora temas universales como la amistad, la lealtad y la búsqueda del significado en un mundo en constante cambio.
La estructura de El Quijote es innovadora para su época, ya que se presenta como una obra compuesta por dos partes. La primera parte, publicada en 1605, sigue las primeras aventuras de Don Quijote y establece el tono cómico y satírico de la novela. La segunda parte, publicada en 1615, continúa la historia con nuevas aventuras y profundización en la relación entre Don Quijote y Sancho Panza. Esta estructura dual refleja la evolución tanto de los personajes como del propio Cervantes como escritor.
A lo largo del tiempo, esta obra no sólo se ha mantenido vigente y ha sabido prevalecer suspendida en el tiempo como si éste no pasara por la trama, además de seguir transmitiendo los valores que en esta se plasman de generación en generación, sino que también se ha convertido en la seña de identidad por excelencia de La Mancha, un territorio que cobra ese misticismo y encanto en parte gracias al Quijote.
Es una pena que una obra como esta, tan magnífica, y de la que deberíamos sentirnos orgullosos está cada vez mas olvidada, no porque no aparezca referenciada en todas partes, sino porque es como las camisetas de «Los Ramones», aparece por todas partes, y casi nadie de los que la visten los escucha.